martes, noviembre 5, 2024

Proceso electoral inédito, o más de lo mismo.

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Fue a finales de 1987, el quinto año del gobierno de Miguel de la Madrid, cuando el PRI escogió un método “diferente” para seleccionar a quien sería su abanderado a la presidencia en 1988 cuando se definiría quién sería el sucesor del presidente. Se escogieron seis nombres de personajes de la función pública, Alfredo del Mazo, Bartlett, Silva Herzog, Ramón Aguirre entre ellos, y por supuesto Salinas de Gortari, quien resultó el “elegido por los sectores priistas”; fue algo muy semejante a cuanto se está haciendo en Morena para igual propósito, es decir, su Consejo Político acordará la consulta “al pueblo” sobre quién es el personaje idóneo para suceder a López Obrador en el cargo. Esa repetición del procedimiento, aunque con diferentes actores y partido político, invita a reflexionar si el tradicional recurso de dar atole con el dedo a quien se deje forma parte medular de nuestra idiosincrasia política o son reminiscencias atávicas del subconsciente colectivo.  Porque en aquel proceso de 1987 a nadie escapaba que quien decidiría era el presidente de la Madrid, tal cual sucedió, y en el actual caso sucesorio solo quien cierre los ojos del razonamiento realmente aceptará que el presidente estará ajeno a la decisión de la candidatura en comento. ¿En verdad así lo perciben Ebrard, Sheinbaum y Adán Augusto? Con la experiencia de Marcelo Ebrard sería ingenuamente infantil atribuirle esa creencia. Tapar el sol con un dedo es misión imposible, semejante condición la tiene el imaginar que el presidente se mantendrá al margen de este importante proceso en el que se juega la continuidad de su proyecto político ¿qué político avezado en esas artes dejaría un proceso de esta naturaleza a la aventura “democrática”? AMLO ya aseguró que permanecerá atento a lo que decidan las consultas, es cierto, lo dijo, pero su voz no es vox Dei. No al menos fuera de Morena, aunque nadie discutirá la gran influencia de la voz presidencial entre quienes comparten sus ideas y planteamientos a futuro, muy respetable porque representa una parte importante de la población mexicana, aunque nadie entre sus fans podría rasgarse las vestiduras añadiendo que es el presidente de todos los mexicanos, porque en la línea de los hechos lamentablemente no parece ser así.

Por lo pronto, todo el mundillo político permanece atento a los Acuerdos del Consejo Político de Morena, es importante, sin duda. Pero justamente a ese sector corresponde atender los grandes problemas nacionales, de los cuales la clase política gobernante y la de los opositores parecen ajenos a su solución. Casi todos voltean hacia el otro lado, mientras en la cancha nacional el Sector Salud vive en permanente zozobra y la inseguridad pública y la violencia se han adueñado de gran porción del territorio nacional donde difícilmente es concebible un negocio exitoso que permanezca abierto sin cubrir la onerosa cuota de la extorsión, otros miles han cerrado sus puertas para no compartir las pírricas ganancias producto del honrado esfuerzo. Fresca en la memoria colectiva debiera estar aquella festiva frase de un político innombrable cuando preparaba su sucesión en 2010: “Vamos bien y viene lo mejor”, porque desafortunadamente ni íbamos bien ni vino lo mejor. Terca es la Historia, porque “cansada de crear, se repite”.

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