jueves, noviembre 21, 2024

Promesas de campaña, bla, bla, bla.

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El Instituto Nacional Electoral (INE) olvidó incluir entre las reglas a seguir por quienes en Morena buscan la candidatura presidencial una bíblica de muy especial importancia: la de no mentir ofreciendo promesas cuyo cumplimiento será difícil cristalizarlo en la realidad. Parecería extraña esa omisión si en retrospectiva buscamos cuántos ofrecimientos de campaña se hacen en el periodo de promoción del voto, pero simplemente ignorados una vez conseguida la victoria. Echeverría ofreció llevar al país “Arriba y Adelante”, pero en realidad su gobierno fue de acentuados claroscuros. López Portillo pintó un México próspero y ordenado, sin embargo, su gobierno fue el prototipo de la corrupción. Miguel de la Madrid prometió la “Renovación Moral de la Sociedad”, y las múltiples crisis económicas no le dieron oportunidad ni tiempo para siquiera  intentarlo. Al término del gobierno de Salinas de Gortari, el candidato de la sucesión, Luis Donaldo Colosio, solo veía un México sediento de esperanza y de justicia. A Ernesto Zedillo las circunstancias y su pleito con Salinas apenas le dieron oportunidad para defenderse abriendo las rendijas para el cambio democrático al auspiciar la alternancia con la llegada de Fox, quien en campaña ofreció solucionar en 15 minutos el problema ocasionado por el “levantamiento armado” de Marcos en Chiapas, y obviamente no cumplió. Calderón comenzó en Michoacán la guerra contra la delincuencia organizada y el país empezó a derramar sangre. El Nuevo PRI de Peña Nieto, no alcanzó ni al remedo de una restauración, sino todo lo contrario, es decir la ratificación de un México sumido en la corrupción. Finalmente, López Obrador ni regresó a los cuarteles a las fuerzas armadas, ni ha pacificado al país, tampoco ha consolidado la soberanía energética ni la alimentaria, el huachicol prosigue su marcha y la corrupción permanece inmarcesible.

Con esos antecedentes históricamente documentados el INE y el Tribunal Electoral han debido insistir a los candidatos a cargos de elección popular la prohibición de hacer promesas incumplibles. Porque apenas en el arranque de sus respectivas campañas, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard ya formularon propuestas “sui géneris a sus respectivos seguidores: en Tuxtepec, Oax., la ex Jefa de gobierno de la CDMX ofreció, “no un cambio”, sino ‘continuidad con sello propio’, ¿será posible esa propuesta en un discurso convertido en panegírico del actual gobierno? Pero, Marcelo Ebrard fue más allá al plantear, si gana la candidatura y es electo presidente, crear la Secretaría de la CuartaT “para garantizar la continuidad del movimiento y sus objetivo”, y más papista que el Papa propone a Andrés Manuel López Beltrán como su titular. De seguir por esa ruta, preparémonos para escuchar de Claudia y de Ebrard las frases y propuestas más ad hoc solo para quedar bien con el presidente, por lo cual, debemos inferir, que ellos asumen será quien diga la última palabra. Si no es así, aun no es posible encontrar la causa de tanta melcocha en esos discursos de campaña.  Mientras, Adán Augusto López, como moderno Quijote, reinstala en el discurso de campaña la lucha “contra la oligarquía” y “los soldados del presidente” (recordando la expresión de Emilio Azcárraga padre, cuando confesó ser un soldado del PRI). Monreal fue a la Villa y Fernández Noreña no restaura discursos, sino una combi en la que “recorrerá” el país. De allí la maliciosa frase popular: “me dicen mentiras y yo hago como que les creo”.

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