sábado, mayo 18, 2024

Guerrero, ingobernable; Chilpancingo, tomado

Ni la dupla de gobierno que conforman el senador Félix Salgado, como gobernante de facto que decide la mayoría de las cosas, ni su hija la gobernadora constitucional, Evelyn Salgado, están demostrando tener capacidad de gobernar a un estado tan caótico y salvaje como Guerrero. El dominio del narcotráfico en amplias regiones del estado ha anulado a las autoridades estatales y municipales a las que somete y compra el crimen organizado, ya no sólo en las zonas serranas y marginadas, donde eso tiene décadas ocurriendo, sino en plena capital del estado, Chilpancingo, donde la alcaldesa morenista tiene nexos directos con los jefes de plaza, por no hablar del territorio violento y el narcopuerto en el que se ha convertido Acapulco.

El día de ayer y todo el fin de semana fueron la prueba más gráfica del descontrol y desgobierno en el que viven los guerrerenses. A los 5 taxistas muertos el fin de semana, victimados por los cárteles que lo controlan todo en la capital guerrerense, se sumó ayer una rebelión popular de varias horas, en la que hordas formadas por unos 3 mil pobladores de los municipios de Mochitlán y Quechultenango, así como de la comunidad de Petaquillas, rebasaron a la policía estatal y a la Guardia Nacional que intentó dispersarlos en su bloqueo a los dos sentidos de la Autopista del Sol y lejos de someterlos, los policías locales y federales no sólo fueron rebasados, sino que además les robaron toletes, garrotes y hasta un carro tanque llamado rinoceronte, con el que después irrumpieron violentamente en la sede del Congreso estatal de Guerrero.

Fueron varias horas de caos y de ingobernabilidad en la capital guerrerense en la que los pobladores rebeldes, que originalmente protestaban por la detención de líderes de sus comunidades en un operativo policiaco realizado el fin de semana, tomaron el Palacio de Gobierno del estado, donde brilló por su ausencia la gobernadora Evelyn Salgado, que nunca apareció para dar un mensaje a los chilpancinguenses y guerrerenses que, asustados por la revuelta popular, cerraron comercios, negocios y se refugiaron en sus casas ante el descontrol y la ausencia de autoridad que se vivía en un Chilpancingo que lucía con sus calles desiertas y su actividad social y económica paralizada.

el silencio de la gobernadora Salgado y de la cuestionada alcaldesa Otilia Hernández, ambas del partido Morena, lo decía todo: un vacío total de la legalidad y de autoridad se apoderó de la capital estatal dejando en total libertad a las hordas de rebeldes e inconformes que sitiaron a la ciudad y a sus edificios de gobierno, tanto el palacio como el Congreso del Estado, ante la inacción y la complacencia de las autoridades estatales y federales que se vieron rebasadas o decidieron no actuar.

Fue hasta la tarde, pasadas las 3:00, que se emitió un comunicado del gobierno estatal en el que sólo se informaba que el secretario de Gobierno, Ludwig Reynoso Núñez, había recibido a «una comisión» de los inconformes para dialogar con ellos sobre sus demandas. Mientras, y sin que apareciera nunca la gobernadora, la incertidumbre se apoderó de los habitantes de Chilpancingo que, al ver el caos y la rebelión sin control, prefirieron suspender todas sus actividades, cancelaron todos los servicios de transporte y, de plano, bajaron las cortinas de los negocios para resguardarse.

La alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, había aparecido muy temprano por la mañana, antes del caos, para dar una conferencia de prensa, luego de cinco días continuos de haber estado metida en el «ojo del huracán» por los videos que confirmaron su cercanía y diálogo con Onésimo Marquina Chapa, líder del grupo criminal «Los Tlacos» de la sierra guerrerense, a quien se le ve saludar con mucha confianza y comprometerse a tener con él «un segundo desayuno» que le pide el jefe delictivo, con quien además se tomó fotografías en la inauguración de la feria de Tlacotepec el pasado 12 de marzo.

El diario La Crónica, vespertino, de Chilpancingo, publicó el pasado 22 de marzo: «Los presidentes municipales de Heliodoro Castillo y Chilpancingo se exhiben en un narco-desfile con motivo de la feria de Tlacotepec con un máximo líder criminal que opera en la sierra zona centro, montaña y norte de Guerrero. Circula en redes sociales videos y fotografías en la que aparece Onésimo Marquina Chapa ‘El Necho’ o ‘El Tamalero’, máximo líder de la agrupación criminal Los Tlacos y/o Cártel de la Sierra. El líder criminal se exhibió públicamente en el narcodesfile de la feria de Tlacotepec realizado el pasado 12 de marzo. La agrupación criminal que tiene azotadas de violencia a las regiones Centro, Norte y Montaña, también contó con la participación de los alcaldes de Heliodoro Castillo y Chilpancingo, Serafín Hernández Landa, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Norma Otilia Hernández Martínez del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) respectivamente».

Ante todas esas evidencias y las fotografías y videos que circularon la semana pasada de sus encuentros con el jefe del Cártel de la Sierra, luego de que el 24 de junio le dejaran siete cuerpos desmembrados con una cartulina en la que le dejaron el siguiente narcomensaje: «Saludos presidenta: Norma Otilia sigo esperando el segundo desayuno que me prometiste después que veniste a buscarme, con cariño tu amigo», fue hasta ayer por la mañana que, en su conferencia de prensa, la alcaldesa morenista dijo que no renunciará a su cargo, «porque una cosa es dialogar y otra pactar» con los narcos. «A mí me pueden tachar de ingenua, pero no de delincuente», dijo la alcaldesa morenista.

Con esas autoridades y con una problemática de ausencia de legalidad, crimen organizado y grupos de autodefensas, que se suman a la pobreza histórica y estructural que padece Guerrero, el crecimiento del narcotráfico y su dominio cada vez más evidente, en contubernio con las autoridades municipales y estatales, hacen de la entidad guerrerense un auténtico narcoestado que ni siquiera con dos gobernadores, uno de facto y otra que cobra por el cargo, pueden garantizar la seguridad y gobernabilidad de los guerrerenses. ¿Para eso la obsesión de Félix Salgado por gobernar su estado, al grado de que, como no pudo hacerlo él por violar la ley electoral, metió de parapeto a su hija? ¿Y para eso defendió tanto, a capa y espada, el presidente López Obrador a Salgado y a su familia? Pobre Guerrero, Pobre México.

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