A cualquier extranjero radicado en nuestro país ya habrá causado verdadera extrañeza revestida de asombro el caudal de noticias referentes a quienes aspiran suceder en el cargo al actual presidente de México, a los desencuentros entre la oposición con el gobierno y a las disputas al interior del PRI etc., en insólita convivencia con las notas relativas al cúmulo de problemas sociales que día a día atosigan a los mexicanos, particularmente las vinculadas a la inseguridad pública de perfil ensangrentado, reflejo de una cruel realidad, lamentablemente ya enquistada en nuestro entorno como parte de un patológico costumbrismo. Esta es la cruda realidad que pretenden enfrentar quienes aspiran encabezar el próximo gobierno de México ¿de verdad tendrán la solución del caso, o es solo lúdico esfuerzo por conseguir la satisfacción de ejercer el poder político? La interrogante no es ociosa, pues lo fundamental radica en que corresponde a la ciudadanía mexicana decidir hacia donde encaminar las redes del poder: o ratifica su confianza en Morena, o da un giro para cambiar de dirección, en esa instancia nos encontraremos dentro de algunos meses y para entonces estaremos en aptitud de adoptar la trascendental decisión.
Eso es en cuanto corresponde al destino inmediato de la nación, pero también habrá oportunidad de definir el rumbo de nuestra “patria chica”, Veracruz, porque Cuitláhuac García deberá entregar la estafeta en diciembre de 2024 a quien los veracruzanos elijamos por mayoría de votos para sucederlo ¿quién será? Es nutrido el número de quienes pretenden el gobierno de Veracruz, aunque los más pecan de audaces porque en realidad sus méritos no alcanzan para tan elevada comisión. No obstante, cualquier veracruzano tiene derecho a esa pretensión y por defectos de nuestra democracia es posible acceder a responsabilidades máximas al margen de aptitudes y capacidades para el desempeño de tan cimera responsabilidad, basta solo con ganar la mayoría de votos, porque en la democracia impera la ley de número, en demérito de la eficacia, la eficiencia y la aptitud. En casos semejantes finalmente quien sufre las consecuencias es el “pueblo” elector, y por unos, pagan todos.
En concreto ¿Quiénes desean gobernar Veracruz? Empecemos por quienes pretenden la candidatura por el partido en el gobierno: Rocío Nahle, Sergio Gutiérrez, Manuel Huerta, podemos observar que será la voluntad del presidente, a la vieja usanza priista, la decisoria de ese desenlace pues su criterio impera para optar por alguno de ellos en base a su tabla de valores y la calidad competitiva del posible candidato, así, decidirá en consecuencia. Nota: no incluimos a Ricardo Ahued porque, fiel a su librito y a su experiencia en estos menesteres ha manifestado su abstinencia para participar, simplemente espera a ver cómo rueda la pelotita y en una de esas le cae como “bobita” para batearla. Tal es el abanico de Morena para Veracruz. Pero, obviamente y gracias a la democracia, Morena no compite en solitario porque en el enfrente opositor la veta es rica en personajes con mucha experiencia en estas lides, no son muchos, por cierto, pero cada uno de ellos acumula sólida experiencia en el desempeño de la cosa pública y del parlamento, en ese arcoíris partidista figuran José Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa y Julen Rementería, alcaldes, diputados, senadores, dirigencias partidistas, candidaturas frustradas por la derrota etc., forman parte del acervo enriquecido de sus respectivas experiencias. Sobre cuál de los mencionados abanderará a las respectivas fuerzas políticas aquí mencionadas nada es posible adelantar aún, salvo la personal simpatía, lo cual ninguna importancia reviste cuando lo que está en juego es el futuro de Veracruz.