lunes, noviembre 4, 2024

Ebrard y su coyuntura

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Nadie que esté inmerso en los asuntos de la práctica política puede ignorar o  negar que la perversidad figura entre los ingredientes más socorridos en esa actividad, incluso deberá admitir la imperiosa necesidad de acudir a ese procedimiento cuando se trata de ganar o no perder una oportunidad conveniente, por supuesto, le corresponde al adversario aplicar los antídotos correspondientes para evitar convertirse en víctima. Justamente, por estos días estamos en ocasión de conocer el desenlace de la actitud contestataria de Marcelo Ebrard quien cataloga de tramposo y con dados cargados al proceso para elegir la candidatura presidencial de Morena. Expresa su inconformidad con drásticas expresiones, sin importarle la conmoción provocada al interior de su partido; con tal actitud Ebrard ha propiciado múltiples especulaciones, que incluyen la de un inminente rompimiento con Morena e irse como candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, se llega al extremo de sugerir una confabulación con AMLO fingiendo una ruptura para justificar su éxodo a MC y figurar como esquirol electoral. Pensamos que esto último raya en la ingenuidad extrema, aunque tampoco imposible pues, de ser cierta la versión, mostraría una faceta de perversidad extrema, pero como dijo Napoleón “París bien vale una misa”. En todo caso, si bien ese método de competencia ayudaría a Morena a obtener un triunfo holgado en la elección 2024 es lícita la pregunta ¿cuál sería la ganancia o el beneficio para Marcelo Ebrard? Porque de entrada, conforme lo acordado en el proceso de Morena haber obtenido el segundo lugar en las encuestas le otorga la oportunidad de ser senador y líder de la bancada partidista.

En ese desaguisado, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, asegura: “Es falso el pleito de sus corcholatas, todo es parte del juego del presidente, por un lado quiere imponer a Claudia Sheinbaum y por el otro quiere habilitar a Marcelo Ebrard en el partido de MC, con acuerdos en lo oscurito con sus viejos aliados, buscando dividir a la oposición y mantener el poder tras el poder”, De inicio, nos parece descabellada esta versión que pone a Ebrard en calidad de títere, sin embargo importa desglosar las implicaciones. Ya conocemos de sobra la trayectoria política del ex canciller mexicano, su curtida experiencia en la cosa pública lo distingue entre lo mejorcito de Morena, de hecho, así lo manifiesta el presidente López Obrador al reconocer su convocatoria en la clase media. Entonces ¿cuál sería para Ebrard la motivación que lo impulsaría a convenir convertirse en un esquirol electoral? Ciertamente existen elementos para la duda pues desde siempre corrió el rumor de que al no concretar la candidatura por Morena Ebrard se iría a Movimiento Ciudadano, lo cual no deja de ser simple especulación porque el ex Secretario de Relaciones siempre insistió en su permanencia en el partido, aunque las circunstancias ya no son las mismas. Por otro lado, ¿es premeditadamente falaz la molestia de Ebrard contra Claudia Sheinbaum, al grado de colaborar con su triunfo al dispersar el voto opositor? No cabe en ningún raciocinio esa figura de esquirol electoral para Ebrard, un político de larga e impecable trayectoria que de esa manera la mancillaría históricamente. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Por qué así se convertiría en el héroe de Morena? ¿Para ayudar a consolidar la permanencia del proyecto “reformador”? Que cada quien despeje a su modo y conveniencia la deducción que prefiera, para nosotros se reduce a la coyuntura personal de un político cuyas circunstancias impidieron conseguir una meta. Por otro lado está el script diseñado por Dante Delgado, a quien tiempo y circunstancias han colocado ya en la necesidad de definir de una vez por todas la diferencia entre convertir a MC en una “fuerza política” de Tercera Vía, o simplemente cumplir con un rol perversamente diseñado de un colaboracionismo para cachar lo que sobre del pastel, pero para implementarlo requiere de la participación de muchos actores políticos dispuestos a seguir ese rol, lo veremos en el decurso de los acontecimientos. Así se ve, aunque obviamente hay margen de error.  

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