jueves, noviembre 21, 2024

Guerra en Palacio, el desquite del Bola #8

Por Edgar Hernández*

Cuando el 2 de diciembre, hace casi un año, se le advirtió a la apenas designada magistrada presidenta del Poder Judicial, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, sobre los turbios manejos financieros del área administrativa a cargo de Johana Marlén Bautista, simplemente guardó silencio.

No quiso molestar y menos remover a quien para entonces era la amiga de Cuitláhuac García y más mucho más del primo hermano Eleazar Guerrero.

Así, mientras la opinión pública daba la bienvenida a Lisbeth, quien presumía de honesta e imparcial en la impartición de justicia e incapaz de ponerse a los pies del ejecutivo o someterse a la línea política del legislativo en temas de venganzas y contubernios, resultaba un fiasco.

El poder y el dinero la enloquecerían.

Dejaría de ser la muñeca fea, la por siempre olvidada y despreciada Lisbeth que estuvo a punto de ser bloqueada en sus aspiraciones ante el deseo de Cuitláhuac de imponer a su media hermana Ailett García.

Así, para sobrevivir no podía tocar ni con el pétalo de una rosa a la gente del gobernador y menos a la protegida de Eleazar, Johana Marlén a quien le permitió desmán y medio.

Sin embargo, nuevos escándalos de corrupción, derroche de dinero y viajes faraónicos a Las Vegas destaparían la cloaca del Poder Judicial y harían inservible a la hasta entonces favorita, a la que mochó a los magistrados 600 millones de sus salarios y esfumó el dinero del Consejo de la Judicatura.

La presidenta magistrada ante el nuevo escándalo siguió en el silencio a pesar de que en todo momento era una queda bien.

Que si se trataba de regañar a los jueces porque no acataban las órdenes del ejecutivo; que si tenía un staff a modo de juececitos dispuestos a encarcelar a quien les mandaba el Bola #8; que si había que ir a México a mentarle la madre a la presidenta de la Suprema Corte, Norma Lucia Piña, nunca fallaba.

Todo mientras Johana -hasta el escándalo de hace unos días- seguía haciendo de las suyas apoyando mítines partidistas con mochada para la vencedora, patrocinando viajes a la ciudad de México de chairos rabiosos y no descuidar sus bisnes.

A Johana siempre le valió que la prensa crítica y analítica le observara sus indecencias y turbios manejos del dinero público que en su momento -diciembre de 2023- superaron los 800 millones.

Le valía madre que desde ese entonces se hablaba de una carpeta de investigación en donde se ponían al descubierto moches millonarios entregados, presuntamente por Johana, a ciertos magistrados para inducir la votación en favor de la media hermana del gobernador, Ailett quien finalmente no queda.

A la par de esa indagatoria que quedó en suspenso al triunfar Lisbeth, se retomó a la sordina el tema de los malos manejos financieros tanto en el TSJ como el Consejo de la Judicatura por parte de la Contraloría Interna, la Comisión de Vigilancia del Congreso y ORFIS.

La fiesta, sin embargo, continuó sin percibir que el Bola #8 le tenía guardadito el expediente negro.

En él se daba cuenta de las francachelas de esta dama en Poza Rica y en Xalapa, acompañadas de fotografías en el marco del escándalo y las infidelidades.

Johana, sin embargo, seguía intocable. 

A publicaciones de salarios exorbitantes asignados en su favor -cobraba desde 85 mil hasta 270 mil pesos mensuales de salario- se sumaron nuevos escándalos.

El mas reciente, los presuntos derroches de dos cercanos colaboradores Elvis Viveros Arroyo, jefe de Recursos Generales y Ofir Ali Gutiérrez, subdirector de Recursos Materiales, este último captado en Las Vegas en plena pachanga.

Todo filtrado por la Segob.

El hilo se rompería por lo más grueso al quedar al descubierto la fiesta de los millones al amparo de Johana quien intempestivamente es retirada del cargo “por realizar actos de proselitismo en favor de Morena.

La noche del pasado 25 acudió a aplaudir el registro de Nahle en las oficinas de Morena.

Algo apesta en esa versión que más parece una de las venganzas de Eric Cisneros tras ser apartado de la carrera por la gubernatura.

¿La despiden por corrupta o por apoyar a Morena? Y si es por lo segundo: ¿Por qué aun no corren a Cuitláhuac y todo su gabinete por hacer actos de proselitismo en favor de Sheimbaun desde hace tres años?

¿Por qué no han corrido a Consuelo “Chelo” Thomas Coordinadora de Gestión de la Secretaría de Gobierno grabada en pleno proselitismo en favor de la corcholata de López Obrador?

La guerra en Palacio ya se desató.

Tiempo al tiempo.

*Premio Nacional de Periodismo

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