Con suma frecuencia se acude al caso de la democracia en Grecia para ponerlo como virtuoso ejemplo de un gobierno del pueblo y para el pueblo, sin embargo se olvida especificar las circunstancias en que se desempeñaba esa forma de gobierno tan selectiva en una sociedad esclavista, porque debemos apuntar que no todo el pueblo votaba, y no se votaba a cualquier hijo de vecino sino que un grupo selecto decidía quién debía ser puesto a consideración de la voluntad ciudadana porque cubría requisitos previamente establecidos. En términos generales, participaban en la tómbola solamente los selectos, nada que ver con el actual ejercicio puesto en práctica por Morena en 2016, concretamente en nuestra entidad, cuando accidentalmente fueron diputados personas muy conocidas en sus comunidades, pero una vez en el cargo tres de ellos emigraron prontamente de Morena y paradójicamente actuaron furibundamente en su contra. También lo podemos observar en el Congreso General, donde individuos de dudosa calificación ocupan curules solo para gritar y lanzar improperios contra el adversario porque es lo único que pueden aportar. Tampoco para asombrarnos, porque durante la hegemonía priista era celebre el famoso Bronx, integrado por la porra vociferante y rompe sesiones. Gajes de nuestra democracia, no es lo mejor, decía Churchill, “pero es lo único que tenemos”.
Y en esa copia burda de democracia nos encontramos inmersos pese a presumir de haber escalado hacia una democracia participativa, ahora que en adelantados tiempos electorales los partidos de nuestro palenque se preparan para escoger a quienes serán sus abanderados en 2024. Es en ese escenario donde podemos observar una variedad de fórmulas “democráticas” para elegir candidatos, aunque la generalidad ciudadana advierte claramente en dónde radica el centro de las decisiones, lo mismo en Morena que en los partidos del Frente, si bien se pretende revestir con un ligero “baño” popular a través de encuestas amañadas. Respecto a Morena, en Veracruz se advierte con claridad meridiana dados cargados a favor de Rocío Nahle, así debieran percibirlo Manuel Huerta y Sergio Gutiérrez, sus virtuales contrincantes, los de mayor aforo, salvo que el drama protagonizado por Marcelo Ebrard no les haya servido de aprendizaje. En cuanto al Frente Amplio, no por carecer de un centro de poder central como en Morena, dejarán al “aí se va” de la consulta a la base la selección de sus candidaturas, en el baúl del aprendizaje del PRI sempiterno bullen experiencias de “democracia dirigida” nada despreciables por sus eficientes resultados.
Aunque en ese Frente, debido a los escasos márgenes de control central deben ser más cuidadosos en sus expresiones para evitar se multipliquen los desaciertos, como acaba de ocurrir con las declaraciones del dirigente estatal del PAN, quien, queriendo quedar bien con todos, ensaya una interminable lista de personajes, hombres y mujeres para encabezar la ruta electoral hacia el 2024, expone nombres de todos los matices en sus filas partidistas, los más solo de relleno, aunque sugiere la pretensión de tener capacidad para combatir en solitario. Declaración de galimatías porque concluye con un llamando a la unidad, “más allá de los colores partidistas”, justamente lo contrario al tema de su entrevista. Lo dicho, la forma es fondo.