Con la declaración de “Alito” Moreno destapando la candidatura de José Yunes Zorrilla al gobierno veracruzano culmina una primera fase del proceso sucesorio interpartidista que dio al PRI la primicia de esa candidatura, apoyada en la coalición tripartita con el PAN y el PRD. Naturalmente, esa primera etapa no estuvo exenta de desafíos, porque en el tablero sucesorio también participó Héctor Yunes Landa, quien al igual que José Yunes ya ha competido por la gubernatura estatal y también ha recorrido la entidad en la muy difícil tarea de conseguir adhesiones en un universo ciudadano en el que la injerencia de los programas sociales dificulta una competencia genuinamente democrática. Quien al interior del PRI insinúe un campo político con vencedores y vencidos no está atendiendo la inexcusable necesidad de la unidad de propósitos, porque la candidatura de Yunes Zorrilla enfrentará una abierta intrusión gobiernista, con todo lo que eso implica. El ahora candidato ya experimentó las vicisitudes de una campaña para el gobierno estatal, en la cual la simulación de apoyos fue protagonista central, esa experiencia debe servir para no replicar errores ni depositar confianzas sin mediar cuidadosos criterios de selección, no excluyentes, por supuesto. La consigna fundamental de esa campaña de la Coalición PRI-PAN-PRD debe ser la unidad teniendo en la mira el gobierno estatal.
“Coalición Fuerza y Corazón por Veracruz” dijo Alejandro Moreno que será la divisa del Frente opositor en la entidad, porque en verdad la única explicación para entender el esfuerzo de José Yunes por alcanzar esa candidatura en tiempos en que ser opositor no reditúa buenos dividendos es su vocación de servicio y su indiscutible preocupación por Veracruz. Una vez que ganó la rifa del tigre, cuánta presión debe sentir ahora mismo José Yunes Zorrilla, pues no es tarea fácil la que tiene enfrente: conseguir la victoria en un proceso electoral nada equitativo. Aunque algún diagnostico relativo a la entidad veracruzana debe tener para motivarlo a competir nuevamente por la candidatura, y quizás se corresponda con el caldo de cultivo que es la sociedad veracruzana al interior de la cual imperan condiciones de insatisfacción y decepción. En fin, ya hay gallo ¿o gavilán?