jueves, mayo 2, 2024

Tres ministras idóneas… pero para AMLO


En el colmo del cinismo que hoy invade a la República, la Comisión de Justicia del Senado decidió ayer, por mayoría de votos de Morena, que las tres mujeres que integran la terna que mandó el presidente López Obrador «son idóneas» para ocupar el cargo de ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El dictamen, que ahora pasará al pleno senatorial para ser votado y del que saldrá una nueva integrante de la Corte, surgió después de una sesión de seis horas en donde las tres aspirantes fueron entrevistadas por los senadores y las tres confesaron su cercanía y afinidad política con el titular del Poder Ejecutivo, aunque dijeron que eso no las descalifica para ser ministras.

El único debate que se dio en la sesión de la citada comisión fue el planteamiento de los senadores Damián Zepeda y Germán Martínez, del PAN y del Grupo Plural respectivamente, de que a la consejera jurídica de la Presidencia ese cargo la impedía para cumplir los requisitos, pues según los dos legisladores el nivel de la consejera es similar a una Secretaría de Estado, que expresamente prohíbe el artículo 96 constitucional al decir que nadie que ocupe una secretaría federal puede ser electo como ministro o ministra de la Corte hasta un año después de haber dejado el cargo. Pero Morena no aceptó la equiparación de los senadores de oposición y al final las declaró «idóneas» a las tres con sus 12 votos, contra cinco de la oposición y una extraña abstención de la senadora expriista, Claudia Ruiz Massieu.

Aunque la definición final se dará en el pleno del Senado, donde se requieren las dos terceras partes de los senadores presentes para nombrar a la nueva ministra, los cuales no los tiene Morena y necesita de los votos de la oposición, el rápido trámite que le dio la mayoría morenista a la terna presidencial confirma que la decisión de contar con una nueva integrante afín a la 4T ya está tomada desde Palacio Nacional y que la bancada oficialista sólo le dará trámite para tratar de lograr el nombramiento en una primera votación que podría ocurrir esta misma semana.

Pero en caso de que la oposición se opusiera y bloqueara el nombramiento, con el argumento de la militancia abierta que tienen dos de las tres candidatas en Morena (Bertha Alcalde y Lenia Batres) y la cercanía y afinidad que reconoció también María Esthela Ríos con el Presidente, el Presidente tiene todo calculado si la terna es desechada ante la falta de consensos en el Senado. La Constitución le autoriza a mandar una nueva terna, la cual podría integrarse con dos de las mismas propuestas y sólo cambiando una y, si de nueva cuenta no hay acuerdos políticos entre los senadores y se vuelve a desechar la segunda terna, entonces sería López Obrador quien directamente podría definir el nombre de la nueva ministra de la Suprema Corte.

Es decir, que sin importar lo que hagan y digan los senadores de oposición, argumentando ya sea la falta de experiencia jurídica o la militancia política de las tres mujeres propuestas en la terna, es un hecho que ya sea Bertha Alcalde, Lenia Batres o María Estela Ríos se convertirá una de ellas en ministra, sea por votación de los senadores o sea por decisión directa del Presidente, si decide hacer uso de la facultad constitucional de nombrarla él directamente ante el rechazo de dos ternas por parte del Senado.

López Obrador -hablando en términos beisboleros que tanto gustan al inquilino del Palacio- lanzó una bola recta y caliente para que los senadores, sobre todo de la oposición, decidan si la batean o si la abanican dos veces y en ese caso, de cualquier modo el Presidente ganará con el ponche y cumplirá su objetivo de tener una ministra más incondicional y sometida a sus designios en la Corte, la cual se sumaría a las dos ministras, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, que ya se pliegan en todo a los mandatos del titular del Poder Ejecutivo.

Al Presidente le fue tan mal en su intención de controlar a la Suprema Corte y al Poder Judicial, a través de sus propuestas de ministros, que incluso se ha quejado públicamente de que de los cuatro ministros y ministras que le tocó proponer, algunos ya no apoyaron su movimiento político una vez que llegaron al cargo. «Dije: ‘Voy a tener oportunidad de proponer a ministros’. Hice mis cuentas, más los que estén ahí decentes, pues puede ser que logremos tener mayoría: no para que me apoyen en abusos, sino para reformar el Poder Judicial y que realmente haya justicia en México, ¿y qué creen? Me equivoqué. Ya una vez que propuse, ya por el cargo o porque cambiaron de parecer, ya no están pensando en el proyecto de transformación y en hacer justicia; ya actúan más en función de los mecanismos jurídicos», comentó el pasado 2 de septiembre en su mañanera.

Y es que salvo las mencionadas Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, la ministra Margarita Ríos Farjat y el ministro Juan Luis González Alcántara asumieron posiciones de independencia y autonomía, sin cuestionar ni atacar nunca al Presidente que los propuso, pero sí reivindicando su papel como garantes de la Constitución, por encima de lealtades políticas. Por eso esta vez, en una jugada tan cínica como maquiavélica, en donde ya no le importan las formas y mucho menos la Constitución o la decencia política, el Presidente se aseguró, con una terna de tres mujeres incondicionales a su movimiento, que la próxima ministra comerá de su mano y no necesariamente defenderá la Constitución ni a los ciudadanos. No tendrá aún el control de la Suprema Corte, pero sí dará un paso para lograrlo en el futuro inmediato… Los dados repiten Serpiente. Descendemos.

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