Intentar una defensa de Alejandro Moreno dirigente nacional del PRI sería el equivalente a hacerle de abogado del diablo ante una verdad revelada que convertiría ese intento en causa enteramente fallida; porque ciertamente su falaz liderazgo ha dañado al Revolucionario Institucional y el balance de su actuación está en números de rojo encendido. Pero esa condición de “Alito” no obsta para que conste como argumento central de quienes la toman como argumento para justificar su condición migrante para trasladarse justamente al Movimiento de enfrente; intentan encubrir ese acto trapecista con el precario argumento de traición a sus ideales ¿quién pudiera creer ese cuento narrado por Alejandro Murat, Omar Fayad, Adrián Ruvalcaba, Carlos Marín y otros personajes del localismo empobrecedor? Pero, en realidad esa fuga de desertores políticos no determina absolutamente nada en el proceso electoral en curso, aunque debe reconocerse que el impacto provoca desconcierto y mucho oleaje en los medios. Además, esos protagonistas del priismo histórico ya operaban desde las sombras en contra del barco que ahora abandonan públicamente, es la historia que redunda en traiciones, culpas atribuidas al pragmatismo político de inveterada costumbre cuando solo es vulgar conveniencia personal.
Ya ubicados en la realidad de la precampaña sucesoria de Veracruz es notable la falta de concierto en el discurso Rocío Nahle, precandidata de Morena al gobierno veracruzano, porque es señal de titubeo estratégico el que por un lado advierta a sus seguidores que “la oposición no duerme”, o sea que está en movimiento, y por otra parte manifiesta en planteamiento poco original que “la oposición está moralmente derrotada”. En ese contexto es posible advertir que a la senadora con licencia le está costando trabajo adaptarse a su condición de precandidata al gobierno estatal en un entorno diferente al de 2018 cuando a las candidaturas de Morena acompañaba “un rayito de esperanza”, y porque ahora, cuando salga a campaña y se encuentre a cielo abierto enfrentará cuestionamientos ciudadanos respecto a su reciente desempeño como responsable visible de la construcción de la refinería de Dos Bocas, un proyecto cuyo inflado costo financiero luce absolutamente desfasado, sin señales claras de cuando empezará a funcionar. Peor aún, la señora Nahle también carga el oneroso expediente de los visibles vicios de un contratismo pleno de opacidad. Pero si no bastara fardo tan pesado, enfrenta la competencia de un político veracruzano forjado en la trinchera ciudadana de la entidad, José Yunes Zorrilla, a quien acompaña una trilogía partidista curtida en competencias electorales. ¿En qué lado caerá la bolita? La ciudadanía veracruzana dará la última palabra en junio próximo.