Mi nieta, aunque Luna, es un sol.
A sus cuatro años y meses, ya deja ver su origen del meritito Aguascalientes. Óigala usted cómo de repente le va poniendo una “n” a las palabras que terminan en “s”, como la de su tierra natal. Así: ¡Aguascalientes’n! O también se le sale un “bien muchoooote” cuando se trata de hablar de la demasía en la abundancia. O que a las casas de la ciudad les dice “fincas”.
Y ella ya sabe qué quiere decir “redina” y “verbena”, o nos dice que “ocupa” algo cuando en realidad es que lo quiere o lo necesita.
Luna es hermosa, inteligente, simpática. Ya sé que todas las nietas de todos los abuelos son así, pero ella es diferente nadamás porque es “mi” hermosa, “mi” inteligente y “mi” simpática.
Pero lo mejor de todo es que Luna es veracruzana, 100 por ciento de Veracruz. Y lo es porque nació de padre jarocho y tiene dos abuelos y una tía que también son de acá, del mejor lugar del mundo (¿o no?).
Vamos a ver, mi niña se reconoce de esta tierra porque tiene sangre veracruzana; porque es o va a ser rumbera, jarocha y trovadora de veras; porque al igual que su padre siente en la sangre galopar el incendio de una misma nostalgia (que dijera el vate afrocolombiano Jorge Artel).
Y así como ella se reconoce indígena, las leyes igualmente la definen como una oriunda de Veracruz con todo el peso de las normas que nos han hecho ser lo que somos, es decir, el mejor estado de la república.
La Constitución dice que Luna y todos los que estén en su condición de hijos de veracruzano son ciudadanos con todos los derechos:
“Artículo 11.- Son veracruzanos:
“I. Los nacidos en el territorio del Estado; y
“II. Los hijos de padre o madre nativos del Estado, nacidos en el territorio nacional o en el extranjero.”
Ella, a su temprana edad ya lo sabe y lo disfruta, porque le encanta venir a Xalapa o mojar sus pies en las playas del Puerto o senderear por las múltiples vegetaciones que hacen nuestras selvas.
La fuerza de su sangre la hace única entre los mexicanos que nacieron en otros estados o que no tuvieron la dicha de tener el padre que ella tiene, nacido en el centro de la capital para gloria y gracia de su propia sapiencia.
Así que Luna es 100% veracruzana.
NI más ni menos que como Pepe Yunes Zorrilla, el (pre)candidato de todos los que reconocemos a la Bamba como el alma de nuestra esencia y como lo más jarocho que hay en el universo.
Ser veracruzano es un hándicap siempre a favor. Por eso van a ganar los dos.