Agencias/Sociedad 3.0
Las hábiles manos de las bordadoras de San Pablo Tijaltepec, Oaxaca, se ven amenazadas por la apropiación cultural y la falta de pagos justos por sus diseños, dejándolas indefensas ante esta situación. A pesar de la visibilidad que han obtenido, las artesanas luchan contra plagios, intermediarios inescrupulosos y remuneraciones injustas por sus creaciones, poniendo en riesgo su sustento económico y la preservación de su identidad cultural.
Natividad García Silva, maestra artesana y emprendedora local, lidera un pequeño negocio que ha involucrado a más de 25 vecinas artesanas en la creación de bordados utilizados en vestidos y blusas vendidos tanto en la región como fuera de Tijaltepec. Estos bordados representan animales sagrados y expresan la identidad única de la comunidad. Sin embargo, su éxito económico se ve amenazado por plagios, intermediarios abusivos y pagos injustos.
A pesar de que la legislación exige el consentimiento comunitario para el uso externo de textiles, y establece sanciones por la apropiación indebida del patrimonio cultural, en Tijaltepec no se ha llevado a cabo ninguna asamblea para otorgar permisos. Las artesanas se quejan de intermediarios que engañan a las personas mayores que no hablan español ni saben leer ni escribir, pagándoles por debajo de los costos justos.
El presidente municipal, Mauricio Cruz González, señala que no se ha podido dar a conocer la ley de protección a las artesanas en las asambleas, y Jesús Emilio de Leo Blanco, titular del Instituto para el Fomento y la Protección de las Artesanías (IFPA), reconoce la falta de una guía que garantice la implementación efectiva de esta ley.
La senadora Susana Harp Iturribarría, impulsora de la legislación para proteger el patrimonio cultural indígena, sugiere que los pueblos elaboren listados de elementos comerciables, definiendo lo que puede venderse y lo que no. Harp también aboga por la capacitación y asesoría de las comunidades para utilizar la ley a su favor.
Ante la falta de claridad legal y la vulnerabilidad de las bordadoras, algunas han denunciado abusos y apropiación cultural a través de las redes sociales. Mientras tanto, el IFPA destaca la importancia de citar a los autores de las obras y contribuir al registro de marcas o declaratorias de patrimonio cultural para proteger jurídicamente estas creaciones.
La comunidad de Tijaltepec, conocida como el «pueblo de la lluvia», enfrenta el desafío de preservar sus tradiciones y obtener ingresos justos en medio de un mercado competitivo. Aunque las artesanas han innovado en sus diseños, adaptando la vestimenta tradicional y logrando reconocimiento internacional, el plagio y la explotación siguen siendo amenazas persistentes. La legislación y la capacitación se presentan como herramientas cruciales para proteger la riqueza cultural de estas comunidades indígenas.
Con información de El Universal