jueves, noviembre 21, 2024

Delaware, el paraíso fiscal en Estados Unidos que se convirtió en la «capital mundial de las empresas fantasma»

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Elon Musk está en pie de guerra contra el estado de Delaware.

“Nunca registres tu compañía en el estado de Delaware”, escribió el multimillonario estadounidense en un mensaje en X el pasado 30 de enero.

Y demostró que predica con el ejemplo pues dos de sus compañías, Neuralink y SpaceX, anunciaron que dejaban de tener sus sedes fiscales en Delaware.

A mediados de febrero se supo que Neuralink -que trabaja para conectar cerebros humanos a computadoras- iba a registrar su domicilio legal en Nevada (donde ya tiene su sede X, otra empresa de Musk), mientras que la empresa aeroespacial SpaceX se reconstituirá en Texas.

Queda por ver qué pasará con Tesla, que es precisamente la razón por la que Musk quiere romper sus vínculos con Delaware.

Y es que a finales de enero una jueza en Delaware anuló el paquete salarial que Musk iba a recibir de la empresa de US$56.000 millones, el mayor pago otorgado en la historia a un director ejecutivo de una empresa que cotiza en bolsa.

La decisión se produjo a partir de una demanda de unos accionistas que consideraron que el pago a Musk era excesivo y la juez les dio de la razón.

A partir de ahí, Musk inició su campaña para convencer a otras empresas de no establecer en Delaware su domicilio legal.

Su batalla, sin embargo, parece cuesta arriba porque este pequeño estado ha sido durante décadas un lugar muy atractivo para el sector empresarial.

Y es que en Delaware están registradas más de 60% de las empresas que integran el índice Fortune 500, que incluye a las 500 corporaciones estadounidenses más grandes. Hablamos de gigantes como Google, Amazon, Facebook, LinkedIn, Visa, MasterCard o Walmart, entre muchos otros.

De hecho, en ese estado tienen su sede legal más de 1,6 millones de compañías procedentes de todo el planeta.

Pero ¿cómo es posible que en este pequeño estado de apenas un millón de habitantes haya llegado a convertirse en la “capital mundial de las empresas fantasma»?

Delaware estaba en una posición perfecta para sacar provecho de la decisión de Nueva Jersey. El estado disfrutaba de muchas de las mismas ventajas geográficas que ofrecía Nueva Jersey, situada entre las capitales financieras (Nueva York) y políticas (Washington, D.C.) de Estados Unidos”, apunta en su libro Michel, quien es director del Programa de Lucha contra la Cleptocracia de la Human Rights Foundation.

Delaware no solamente cogió el testigo, sino que pronto empezó a aplicar nuevas y audaces reformas que convirtieron a ese estado en un verdadero imán para las empresas.

Entre las medidas adoptadas, Delaware libró a las corporaciones del pago de impuestos estatales y autorizó a estas a reembolsar a sus directores por los gastos en los que incurrieran al tener de defenderse legalmente de las demandas de algún accionista.

El Tribunal de Equidad resultó ser un arma clave en el arsenal procorporativo de Delaware, una herramienta que ningún otro estado podría igualar. Como descubrieron un par de académicos estadounidenses, este tribunal a nivel estatal ha brindado ‘un poder judicial experto y una capacidad para resolver rápidamente disputas comerciales complejas’, brindando efectivamente a Delaware una fuente de jurisprudencia corporativa mucho más profunda que cualquier otro estado del país”.

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