En las reflexiones que hacía ayer sobre la relación compleja que existe entre el Gobierno y los medios de comunicación, dije una frase que condensa en buena medida un problema: la necedad de pensar, de parte de muchos funcionarios y de algunos periodistas, que todo se limita a un contrato económico, en el que la autoridad compra espacio y conciencia y el periodista piensa que vende solamente su espacio.
No es así. Pensar de tal manera es simplificar al absurdo una dinámica que es dialéctica y tiene innumerables aristas. En realidad, el gobierno no compra nada cuando acuerda un pago o un convenio de publicidad o de manejo de información, solamente cumple una facultad obligatoria, que es la de informar fehacientemente a la sociedad sobre sus acciones y el uso de los recursos públicos.
El periodista tampoco vende nada en ese orden de ideas. Solamente contrata un espacio para que el Gobierno comunique a sus ciudadanos lo que ha hecho en el ejercicio de su mandato constitucional. Sobre todo, queda fuera del contrato la capacidad de analizar, criticar, reflexionar y hasta elogiar por cuenta propia. Ese es el derecho consagrado en los artículos 6° y 7° de la Constitución Mexicana, que seguramente nunca han leído personas como Cuitláhuac García y tantos similares suyos que hay en el bando de la cuarta transformación.
El diálogo del Gobierno y la prensa no puede ser una plática entre sordos ni entre mudos. Es una oportunidad para que los responsables de la función pública conozcan la opinión pública, a través de la experta visión de profesionales que se dedican a contar lo que sucede. El periodista, por su parte, tiene así la oportunidad de hacer saber a los funcionarios puntos de vista diferentes, tal vez mejores o peores, pero diferentes, que permitan a la inteligencia de los que mandan, enderezar caminos y hasta desfacer entuertos.
En unos meses empezará un nuevo gobierno en Veracruz y habrá la ocasión de restablecer la interlocución que se perdió con los medios de comunicación desde el primer día que tomó posesión Cuitláhuac García Jiménez como Gobernador de Veracruz.
El gremio en el estado tiene representantes de alto calibre intelectual, profesionales que saben informar y reporteros avezados en el largo enfrentamiento contra quienes han ejercido el poder.
Rocío Nahle puede resarcir una comunicación que se perdió por la falta de habilidad del actual gobernador. La prensa tiene la obligación moral de escuchar con atención lo que tenga que decir.