jueves, noviembre 21, 2024

Del conformismo al autoritarismo

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Es destacable la actitud adoptada por Américo Zúñiga en su alegato ante el órgano electoral correspondiente para hacer valer los votos depositados a su favor el 2 de junio pasado, después de la primera instancia después de lograr reducir la diferencia de sufragios respecto de su antagonista Miriam Farráez, ahora Américo está a la espera del veredicto final e irrevocable de la Sala Superior del Tribunal Federal Electoral, por este proceso la constancia de mayoría para diputado por el Décimo Distrito Electoral de Veracruz sigue en el aire, “no hay peor lucha que la que no se hace”. Al margen del resultado de ese litigio promovido por el exalcalde xalapeño, sin duda quedará constancia de la convicción que la inspira. Tal debe ser la actitud de aquellos a quienes no acompañó el triunfo en la elección pasada pese al esfuerzo realizado y guardan constancia de irregularidades habidas durante el proceso electoral, que bien pudieron ocasionar una votación desfavorable, por lo mismo procede protestarlo enumerando los hechos que viciaron la elección; así ha procedido la Coalición Fuerza por México y conseguido del Tribunal Electoral y del INE dictámenes sobre la muy sesgada participación del presidente López Obrador durante el tiempo de campaña, no para anular la elección porque la diferencia en votos no es remontable, sino para registrar constancia de irregularidades que viciaron la elección, la más visible e incuestionable fue el uso de mecanismos del aparato de gobierno para inclinar la balanza a favor de su partido. En este como en otros casos omitir la inconformidad implicaría convertirse en cómplice de acciones que vulneran el Estado de Derecho en nuestro país. Desafortunadamente en nuestro país el Estado de Derecho ha sido quebrantado a partir del consentimiento colectivo del “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”, porque en este país nadie ignora el hecho inédito de una actitud antaño impensable de un titular del Poder Ejecutivo Federal transgrediendo abiertamente la normatividad electoral. Y como lo que es arriba también es abajo, el mal ejemplo cunde, porque el éxito obtenido violando el esquema normativo es acentuadamente susceptible de ser imitado presumiblemente con análoga impunidad. Lo observamos claramente en “Alito” Moreno, quien es capaz de diseñar una estrategia y se presume capaz de desdeñar impunemente los estatutos del PRI para conseguir su permanencia al frente de ese partido. Con ese propósito diseña retóricamente un autorretrato sin sufrir ningún bochorno: “no podemos cargar con los traidores, los cínicos, los lacayos del gobierno. No somos perfectos, pero damos resultados y sabemos gobernar”, así declara quien recibe el mando de su partido con el poder territorial de 12 gubernaturas, y cuando se ponen en juego electoral pierde diez. Hay oposición para evitar que Alejandro Moreno consiga su despropósito, aunque ya no hay mucho de lo que fue el PRI, debe impedirse que “Alito” concrete su potencial cacicazgo, así sea solo por salvaguardar la dignidad de gran partido que fue el PRI, ahora camino a su muy posible ocaso. Históricamente está demostrado que la única manera de evitar retrocesos en la evolución política de los pueblos es señalando las desviaciones, oponiéndose incluso a las fuerzas oficialistas, de allí que una actitud conformista abona el piso a cualquier pretensión autocrática, pero ninguna civilización se ha fincado en el silencio de los dejados.

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