jueves, noviembre 14, 2024

Tropezón con la misma piedra

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En el escore político insólitamente la presidenta Claudia Sheinbaum va perdiendo imagen de manera muy acelerada, una de las causas radica en la participación sub mecatum del expresidente López Obrador en los asuntos del gobierno, cuenta con personeros para así hacerlo, por ese afán protagónico se trasluce a los ojos de la nación la increíble ratificación de Rosario Piedra al frente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Es tan acentuada la injerencia y el control del expresidente sobre el Congreso General que ya nadie duda acerca de a quién obedecen los operadores políticos de las Cámaras legisladoras, eso va en detrimento de la imagen presidencial cuando apenas cursa por su primera cuarentena de días en el poder. “El poder se ejerce, no se delega ni se comparte”, reseña un adagio de indiscutible rectoría en las ciencias sociales, ¿hasta cuándo la presidenta tolerará la actual situación? Adivinarlo es de agoreros, la realidad dictará la última palabra.

La historia está plena de mitos y realidades, destaca entre sus muchas efemérides el episodio relativo a cuando Calígula, el emperador romano, nombró cónsul de Bitinia a su caballo Incitatus y como tal tenía cabida en el senado romano, por lo absurdo nos inclinamos a ubicarlo como fantasiosa alegoría, muy útil para expresar que cuando se detenta un poder absoluto la voluntad del poderoso es suficiente para cometer desmanes autoritarios distorsionando el marco legal, y así parece ser el caso de la señora Piedra. Su reelección expresa que la mediocridad es el rasero cuatroteista, que el buen destino de los asuntos públicos poco interesan, pues se mueven al impulso de la consigna tirada por quien consideran su mesías, nada extraño si nos atenemos al nivel promedio de quienes integran las Cámaras legisladoras de la bancada morenista, allí accedieron porque así lo dispuso con toda la premeditación posible López Obrador, sus excepciones las hay, sin duda, pero en la mayoría de los casos priva la mediocridad y la ignorancia sobre la conciencia del quehacer a su cargo. Es lamentable porque se está construyendo una generación de clase política incapaz para enfrentar los retos que los grandes problemas nacionales representan. Pero bastante entendible porque la vocación de quienes dirigen esa orquesta reside en pastorear a una manada obediente a la consigna. Penosamente para el gobierno de Sheinbaum porque tiene que lidiar con una herencia desastrosa y resistir la gran presión devenida desde allende el Bravo. “Ya éramos muchos cuando parió la abuela”.

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