• La política monetaria relajada del Banco de México ha tenido un efecto limitado ante la ausencia de una política fiscal activa.
El Presidente está muy confiado en una pronta recuperación económica. No porque su gobierno esté haciendo lo correcto, sino porque otro, el de Estados Unidos, sí lo está haciendo. La apuesta es al capitalismo estadunidense y la dependencia mexicana a éste.
Claro que el crecimiento económico positivo en el vecino del norte ayudará al del sur. Pero es una vergüenza que un político que se presume de nacionalista finque toda su política económica en la dependencia al imperio yanqui.
Como estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM en los setenta, López Obrador seguramente estudió la teoría de la dependencia. La idea de que existen dos tipos de naciones, las centrales y las periféricas, las ricas y pobres, que determinan el desarrollo económico, político, social y cultural de cada una de ellas. Los teóricos de esta corriente propugnaban por utilizar políticas del Estado en los países periféricos para superar la dependencia de los centrales.
Parece que AMLO no aprendió bien esta teoría porque, precisamente, está apostando a lo contrario: a la dependencia de México a Estados Unidos. Causa bochorno que nuestro Presidente presuma lo que está haciendo el vecino del norte como la gran esperanza nacional.
AMLO menciona el nuevo paquete de estímulos fiscales que está proponiendo el presidente Biden, el cual le inyectaría 1.9 billones de dólares a la economía estadunidense. Explícitamente, está reconociendo que una política fiscal activa sí sirve como medida contracíclica a la recesión. Y, sí, algo llegará por goteo a México.
Quizá López Obrador piense que Estados Unidos puede darse el lujo de tener una política fiscal activa y México no. Si es así, está equivocado. Nuestro país podría endeudarse unos puntos del PIB (por ahí de cinco) sin poner en riesgo la estabilidad financiera del sector público, sobre todo ahora que las tasas de interés reales están en cero. Inyectar este dinero para resolver la pandemia por covid-19 y apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas que están a punto de quebrar.
Pero no, según AMLO, es mejor esperar la derrama estadunidense. O sea, ser dependientes.
La otra cosa que presume el Presidente, una y otra vez, es el incremento en las remesas que mandan los mexicanos, muchos de ellos indocumentados, a sus parientes desde Estados Unidos. Cierto que están en niveles máximos. El año pasado habrían alcanzado los 40 mil millones de dólares. Ese dinero les permitió a muchos mexicanos sobrevivir la crisis económica. Pero, hombre, cómo es posible que nuestro Presidente presuma lo que en el fondo es una tragedia: el dinero que mandan los connacionales que tuvieron que migrar porque aquí, en su país, no encontraron oportunidades para desarrollarse. Otra muestra más de un falso orgullo al depender del vecino del norte.
Seamos claros: la economía de México no va a recuperarse sólo por la apuesta dependentista a EU. Nuestro país también tiene que hacer su tarea. En específico, tres cosas.
Primero, contener la pandemia del covid-19. Mientras esté descontrolado, como está, el coronavirus, seguirán las presiones para cerrar actividades económicas o regiones enteras. Esto, sin duda, afectará la recuperación. Este gobierno, por desgracia, ha sido un fracaso total en el manejo sanitario de la epidemia, uno de los peores del mundo. Y, por lo que se ve, el proceso de vacunación será igual de ineficaz. Lo que procede es corregir a fondo este asunto para evitar más contagios, muertes y afectaciones económicas.
Segundo, la política fiscal debe acompañar a la monetaria para estimular la economía. Hasta ahora, el Banco de México ha hecho su labor de bajar las tasas de interés e inyectar liquidez al sistema financiero. Sin embargo, esta política monetaria relajada ha tenido un efecto limitado ante la ausencia de una política fiscal activa. El gobierno debería lanzar un programa de protección al empleo apoyando a las micro, pequeñas y medianas empresas que son las que más generan trabajo.
AMLO, finalmente, debería ganarse la confianza de los empresarios. Desde que ganó la elección en 2018, en las palabras y los hechos, se ha dedicado a asustar a los inversionistas nacionales y extranjeros. Eso explica por qué la inversión privada ha bajado tanto. La economía no se recuperará mientras la gente con dinero siga teniendo dudas sobre lo que pretende este gobierno.
Vaya paradojas las de AMLO. Le apuesta a que el capitalismo estadunidense nos saque de la barranca y, sin embargo, le disgusta este mismo capitalismo en México. Presume de independencia nacional, pero perpetúa la dependencia a EU hoy más que nunca.
Twitter: leozuckermann