Si bien la genética de todo partido político lo orienta obligadamente hacia la búsqueda del poder para hacer realidad lo establecido en su declaración de principios, en el proceso electoral 2021 no estará en juego ningún principio ideológico, salvo que por algún misterioso influjo el PRI, el PAN y el PRD, por un lado, y MORENA, el PT y el Verde, por otro, hayan logrado el beneplácito automático de sus encontradas declaraciones de principios, formalmente opuestos porque el PAN surgió para declararle la lucha al partido en el poder (que en 1939 era el PRM antecesor del PRI y ha sido su opositor por antonomasia), o que el PRD, surgido en 1989 de las entrañas priistas con el objetivo de desaparecer al PRI de repente se haya convencido de volver al redil de su nacencia. O bien, que MORENA, con sus satélites del PES coincida en alguna parte de sus radicalmente opuestas creencias; o con el Verde, un partido tutifruti, que lo mismo ha convergido con el PAN, el PRI y ahora, para no perder la costumbre, sigue uncido al partido en el poder. Lo dicho, la consigna es obtener el poder para poder.