martes, noviembre 5, 2024

El «gobernador piadoso» y las «narcolimosnas»

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Con suma frecuencia nos admiramos al escuchar u observar dichos y acciones provenientes de quienes eventualmente ejercen el poder, quizás sea debido a la errónea percepción de que quienes gobiernan porque han alcanzado la debida calificación para el desempeño del cargo público, aunque en realidad están allí por el voto mayoritario; característica de la democracia es imponer la ley del número, pero así es esa forma de gobierno a la que tanto ensalzamos y, como dijera Winston Churchill, es lo que tenemos. A continuación, insertamos un discurso del gobernador panista de Jalisco (2007-2013) Emilio González, también conocido como “el gobernador piadoso” por su extrema generosidad al ofrecer 90 millones del erario jalisciense para la construcción del Santuario de los Mártires Mexicanos a cargo del Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien hiciera famoso el asunto de las “narcolimosnas”. Famoso aquel discurso de Emilio González cuando en pleno jolgorio de una comida abundante y copiosa dijo: “Este es un cuete, no me importa, me cae. Don Juan, absuélvame desde allá. Además, estamos haciendo un buen desmadre, don Juan ¿Sí o no? Aquí hay un cheque, el 419240, cabrón, a nombre de la AMBA. Digan lo que quieran, perdón señor cardenal: chinguen a su madre (aludiendo a las críticas respecto de las narcolimosnas). Dejenme decirles que yo estoy comprometido con este movimiento y traigo aquí un pinche papelito (el cheque), que dice: Gobierno de Jalisco, Secretaría de Finanzas. El dinero no es mío, yo no lo tengo. Yo no tengo 15 millones de pesos, pero ¿saben qué? la gente votó por mí; la gente en su mayoría votó porque yo haga realidad a lo que me comprometí en campaña. Y me vale madre si a algunos periódicos no les gusta… este dinero es del pueblo, pero el dinero del pueblo me ha sido confiado”. No alcanzaron los jaloneos de la esposa del gobernador allí presenta para evitar prolongara ese discurso. Así fue, sucedió en Jalisco este mismo siglo. Si hace poco más de un siglo, don Justo Sierra hubiera encontrado esta joya, seguramente la habría colocado entre los vaivenes de nuestra evolución política. Como vemos, en todos lados se cuecen habas.

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