HOY:

Transfuguismo político, pero no somos iguales

En la década finisecular (última del siglo XX) en nuestro país surgió un fenómeno político conocido entonces como “transfuguismo”, que consistía en el traslado de un militante priista hacia otras siglas partidistas, particularmente con dirección al PRD y en menor numero al PAN; se trataba de actores políticos priistas, insatisfechos porque su partido no les concedía la postulación a un  cargo de elección popular, y sintiéndose con convocatoria ciudadana emigraron otras siglas donde encontraron...
lunes, mayo 12, 2025
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El ansiado milagro…

Hay un segmento importante de la población mexicana que espera que la fundación de la dictadura y el secuestro del poder público asociados al proyecto mesiánico llamado "Cuarta Transformación" sean revertidos desde el exterior, específicamente por Gobierno de los Estados Unidos. Ante el desinterés, desconocimiento e incluso conformidad de la mayoría de la gente, frente al eficaz desmantelamiento del sistema republicano y la cooptación de quienes hubiesen enfrentado los abusos y las acciones retrógradas (milicia, élite económica, consorcios de comunicación), dado el descrédito, la pudrición y sumisión de las supuestas...

NO

No al culto a la personalidad. No a la concentración abusiva del poder político. No al uso de los recursos del Estado para acumular las decisiones públicas en un solo individuo. No a la impunidad de quienes se burlan de la ley porque ostentan cargos públicos. No al uso patrimonial del presupuesto para comprar clientelas. No a la vulneración estratégica de la Constitución. No a la devastación de las garantías mínimas de los derechos. No a la negligencia de la administración pública en el cumplimiento de sus obligaciones básicas. No al reparto discrecional de dinero público para comprar lealtades. No a la destrucción deliberada de las reglas para la competencia electoral. No a la democracia convertida en aritmética, donde las personas solo cuentan si se cuentan. No a la idolatría al poder. No a la egolatría del poderoso. No a la obediencia ciega. No a la hipocresía de quienes defienden las mentiras del poder. No a los otros datos. No al engaño deliberado para eludir responsabilidades. No a la falta de rendición de cuentas propias culpando a otros o al pasado. No a la violencia. No al discurso de odio. No a la venganza odiosa. No a la descalificación cotidiana desde el poder. No a la provocación verbal de la violencia física desde la representación política. No a la difamación. No a la estigmatización. No a la calumnia. No a la defensa de la ilegalidad. No a la aplicación selectiva de la ley por el Estado. No a las promesas vacuas para engañar al pueblo. No a la negación de la justicia. No al uso partidista del pueblo armado. No a la corrupción política y privada en la procuración de la justicia. No al amedrentamiento a la libertad de expresión. No a las amenazas cotidianas a la libertad de pensamiento. No a la anulación de la diversidad y la pluralidad. No a la polarización. No a la ofensiva contra el pensamiento crítico. No a la imposición de una verdad única. No al uso faccioso de las creencias religiosas. No al sometimiento de la investigación a la agenda del poder. No a los energúmenos machistas. No a la violencia contra las mujeres que combaten la violencia contra las mujeres. No a la imposición de la visión moral dictada desde el altar. No a la contradicción constante entre esa moral y las decisiones tomadas por los poderosos. No a la corrupción que se origina en la captura de los puestos y los presupuestos públicos. No a los nombramientos por lealtad y cercanía política. No a la doble moral. No a la falsa descalificación de la individualidad humana mientras se dispersa dinero para dispersar conciencias. No a los privilegios de los más ricos pero obsecuentes. No a la pobreza acrecentada por la ausencia de derechos laborales y eternizada por las dádivas. No al uso del erario para consolidar un aparato de poder. No a la corrupción de las burocracias que justifican todo a cambio de un pedazo del mando. No a la creación de una verdad alternativa en contra de los hechos constatables. No a la destrucción de contrapesos a los poderes públicos y a las oligarquías. No a la opacidad de los gobiernos. No a la eliminación ni a la clasificación selectiva de la información pública. No a las adjudicaciones directas del dinero público. No a los gastos indirectos injustificables. No al uso de recursos públicos para halagar al líder. No a la transferencia de funciones civiles al ejército. No a la guerra mediática y política contra los espacios críticos. No a la fantasía sin respaldo en la verdad. No a la guerra. No a la guerra sucia. No a la guerra selectiva con disfraz de cártel. No a la exacerbación del encono y los resentimientos. No a la cancelación del diálogo en aras del monólogo. No a la intolerancia disfrazada de reivindicación. No al presidencialismo. No al regreso del partido casi único. No al país de un solo hombre.

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