El señor Presidente, pontifica; y el señor Gobernador del Estado disque Libre y Soberano de una disque República Federada -en EE.UU. los Gobernadores en no pocas cuestiones, contravienen al Presidente- le hace segunda a su líder y grita un Basta…
Marchas por todas las ciudades en un desesperado clamor para frenar los feminicidios. Se crean policías especializados con escuadrones de mujeres; institutos por aquí y por allá en defensa de las mujeres…
No faltan los discursos de solidaridad, de indignación y de promesas. Ya hay hasta secretarías de gobierno, fiscalías y demás organismos especializados en atención a las mujeres…
Los Derechos Humanos se solidarizan con el horror de los imparables feminicidios. Pero nada. Cada vez son más las mujeres asesinadas, o ultrajadas. Las cifras diarias son de espanto…
El mes pasado fueron 2,287 casos. Y eso que entre los delitos no cuentan a las niñas que quedan embarazadas y son madres. Pero nada. Los crímenes, la violencia, la misoginia siguen aumentando de manera alarmante…
Lo que quiere decir, que las medidas que se han tomado no han sido las adecuadas. Luego entonces hay que rectificar la estrategia; ya que seguir por el mismo camino no nos puede llevar a nada diferente. Hay que llegar al fondo del asunto…
La violencia no se combate con violencia -tampoco con abrazos, desde luego- porque la violencia es una enfermedad, o, mejor dicho, es el síntoma de que el organismo está malo, está enfermo. Cuando la gente está enferma, está de malas…
Y subrayo el que “está mal y de malas”; porque desde hace muchos Siglos Pitágoras (569 – 475) dijo: “El bien y el mal no existen; solo existe la salud y la enfermedad”. Pues han pasado miles de años y la gente sigue creyendo en dioses y demonios, cielos e infiernos. El que está enfermo, sabe muy bien lo que es el infierno…
Y cuando la gente se enferma, no van con el señor obispo -eso de que hay curas especialistas en exorcismos, es francamente de risa; o de burla, como se prefiera) toman medicinas, no agua bendita…
Cuando los esfuerzos y los dineros que se destinan para combatir al mal con el bien -bueno, ustedes me entienden amables lectores que es en sentido figurativo- se destinaran a procurar la salud del pueblo, seguro que estaríamos mejor.
Y está enfermo, no por la pandemia y esas cosas, sino por la alimentación. O se cambia la alimentación, o la pandemia que viene ya tocando la puerta, va a acabar matando más gente de hambre, que por la infección.
Cambiando de tema…
La propaganda contra los dictadores hace que cada vez el enojo contra Vladimir Putin sea personal, no contra el país o sistema de gobierno que él representa, sino contra él. Como cuando la mujer le pone los cuernos al marido; o viceversa -más o menos-…
Lo tildan de dictador, tirano, asesino, y lo que le sigue; y ahora echándole la mala vibra, dicen que está enfermo, muy enfermo, y que ya está buscando a su sucesor, que en la entrevista que tuvo con Guterres, estaban en una mesa larga como cancha de tenis, para que el Secretario General de la ONU ni viera lo deteriorado que está el Presidente ruso…
Y también dicen que hay mucha inconformidad social, pero que son silenciados; que no hay libertad de expresión. Y que, por eso, quienes aman la democracia, les siguen enviando armas medianas, chiquitas y grandotas a Ucrania, para que se sigan matando, y etc. etc. etc.
Y se quejan abiertamente porque a partir de hoy, tanto Bulgaria, como Polonia, dejarán de recibir el gas ruso que, como represalia a que votaron en contra de las sanciones que le han impuesto, el Kremlin decidió que el gas lo tendrían que pagar en rublos; y ellos se negaron a hacerlo Putin -malo-…
Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.