El nuestro es o parece ser un mundo al revés en este “momento estelar”, como lo califica AMLO, porque inmersos en un universo social en donde abundan los problemas de seguridad pública, de salud, económicos, de cambio climático, principalmente, cohabitando con un proceso electoral por el cual se juegan posiciones estratégicas para la elección presidencial de 2024 (aunque en 2023 estará en juego el gobierno del Estado de México, la primera fuerza electoral por el número de votantes en su listado nominal). Preocupa, sin embargo, que de esa coexistencia el gobierno privilegie el tema electoral en demérito de los problemas centrales del país. Así podemos advertirlo con meridiana claridad en las giras que cada fin de semana llevan a cabo los funcionarios “destapados” por el presidente como posibles candidatos de MORENA a sucederlo en el cargo. La Jefa de gobierno de la CDMX se traslada a las entidades en juego dizque para apoyar las candidaturas de su partido, igual hacen Ebrard y Adán Augusto sembrando distractores ante un mundo de expedientes sin resolver. Nada para asombrarse desde luego, una democracia funciona en base a elecciones populares, pero choca la idea de anteponer ese tema, no sin importancia, frente a los grandes problemas nacionales; que tal vez es debido a la evidente dificultad para avanzar en su solución, porque en el balance nada indica que haya progresos en materia de salud, de seguridad pública, de combate a la inseguridad social, o resultados positivos del programa contra la inflación. De cualquier manera podemos observar cómo se está complicando el escenario al presidente López Obrador, ya en la segunda mitad de su periodo, el que marca el declive, la combinación de la pérdida del poder habida en los inicios con la aparición de mayores resistencias en contrario. Ciertamente, el ejercicio del poder desgasta a quien lo ejerce, y el tramo por recorrer se antoja el más difícil ¿podrá el presidente López Obrador romper el maleficio iniciado en tiempos de Salinas sobre que el presidente no logra concretar su lógica sucesoria? Ya no está lejano el tiempo para saberlo, pero a Claudia Sheinbaum parece no haberle favorecido el destape prematuro y el desgaste empieza a ser notorio.