Todo inició hace unos años, los vecinos habían tomado la fábrica después de haber sido vandalizada por unos vivales y vendido como fierro viejo las estructuras metálicas que eran los techos de gran parte de la fábrica y que además, la utilizaron como guarida para sus desmanes.
La invitación de los vecinos para conocer la fábrica fue un domigo que era mi cumpleaños, yo me presenté a conocerla, mi bisabuelo había trabajado como gerente durante más de 50 años y mucho de la historia familiar tenía como escenario esa fábrica. La recorrí con calma, desde las construcciones más modernas hasta los vestigios del siglo XIX y otros que me atrevo a decir que datan de la colonia.
Hable con los vecinos, los más mayores recordaban aún a mis bisabuelos Pepe Rodriguez y Ana Villegas, el momento, debo confesar, fue de emociones muy intensas, mi padre tenía poco tiempo de haber fallecido y en esos días estaba ya en los últimas revisiones de su libro, en el que algunos capítulos se desarrollaban justo en esos espacios que estaba recorriendo.
Me comprometí con los vecinos, pero con el convencimiento que el compromiso era conmigo mismo, de hacer, como arquitecto, una propuesta conceptual de lo que podría ser ese espacio. No fue muy difícil, la metáfora era evidente, la fábrica no podría nunca dejar de ser fábrica, solo que ahora no sería de hilados y tejidos, lo sería de ciudadanos.
La propuesta se hizo, siempre señalando que era conceptual, y apuntando en todo momento que se requería de la aportación de todos y de toda la voluntad posible para convencer a los que no quieren ser convencidos, dialogar con los que no están dispuestos al diálogo y acordar con los que nunca les ha interesado acordar nada.
Recuerdo que en un momento de mucha tensión con los vecinos, ya dividos en facciones, les comenté que los más de 10 mil metros cuadrados del inmueble eran insificientes para contener los monumentos a la vanidad de cada uno de nosotros, era justo el legado equivocado que estaban interpretando.
El tiempo pasó, se lograron grandes cosas, la primera fue que la fecha del 28 de agosto se incluyera en el calendario cívico municipal para dar homenaje a los martires de la fábrica; la otra, que el Cabildo Municipal autorizará al Alcalde a solicitar la donación del inmueble ante el SAE -Servicio de Administración y Enajenación de Bienes-, ya que la propiedad habia sido embargada 30 años antes por la Secretaria de Hacienda.
Cambiaron administraciones y lo mejor podía venir ahora, era una enorme ventaja que coincidian el mismo partido político en lo municipal, estatal y federal. La causa era extraordinaria, se ajustaba perfectamente al perfil de izquierda progresista que enarbolaban.
Pero no, a Hipólito Rodriguez no le interesó en absoluto, solo fue a poner una placa mal hecha en la presa, ahora ya se llamaba Presa Karl Marx. Por lo demás, el tema de la exfábrica se lo pasaron por el arco del triunfo. No les importó, a pesar de que muchos de la comuna fueron en algún momento vecinos del barrio.
En los proesos electorales del 2021, invité a los candidatos a charlas donde se les cuestionaba diversos temas, muchos de los candidatos a diputados locales o federales que resultaron ganadores no tienen el menor interés en nada de la fábrica. No les importa un comino, uno de ellos, incluso me invitó a dejar el tema, era demasiado grande para que yo lo entendiera o atendiera, me dijo.
Ahora está Ricardo Ahued como alcalde, yo lo hablé con él cuando era candidato, me gustó su respuesta y visión, me pidió paciencia, no sería rápido, pero me aseguró que el asunto se iba a atender en su administración.
El año pasado me hablaron para pedirme información de la fábrica, no lo dude ni un momento, el tema de la fábrica está avanzando y me dio mucho gusto. Unas semanas después me comuniqué para preguntar si requerian algo más o algún documento. La respuesta me desconcertó, tu propuesta no se puede hacer, está mal.
Deccidí no responder, que sea el tiempo el que dé respuesta. Mi unica propuesta, lo unico que quiero es que el municipio pida la donación de la propiedad de la exfábrica de San Bruno, lo demás no es nada.
La propiedad está invadida en parte, tomada por unos vivales y representando un potencial riesgo para los visitantes ante la evidente fragilidad estructural de algunas partes de la construcción.
Señor Ahued, pida la donación de la propiedad al SAE, ahora Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, después, una vez teniendo el municipio la certidumbre de la propiedad vemos que se hace ahí.
Lo demás, es lo de menos.
Estoy convencido que Xalapa se lo merece.
Jorge Flores Martínez
Twitter: @jorgeflores1mx