jueves, noviembre 21, 2024

Diálogo y negociación

Sin tacto

Por Sergio González Levet

Bien hace la Real Academia Española (RAE) en definir el diálogo como “1. m. Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.”. porque desde hace 600 años ha existido la idea entre los hablantes del castellano de que significa la plática entre dos personas, y es porque confunden el prefijo “dia” (a través, entre) con “di” (dos). Así que quedamos en que pueden dialogar dos personas o más.

     “Negociar” para la RAE, en la definición que nos interesa aquí, es “2. intr. Tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro. U. t. c. tr.

     [Eso de “intr.” y “U. t. c. tr.” Quiere decir, primero, que es un verbo intransitivo, lo que significa que la acción del verbo no se transmite a un objeto directo. Originalmente, la acción del verbo negociar se quedaba en sí misma. “Yo negocio”, y ya. Y aquí viene lo segundo, que quiere decir, en el bonito lenguaje de los académicos, “Úsase también como transitivo”, porque ahora podemos decir “Yo negocio prendas de vestir”, en el sentido de “vendo”].

     Bueno, dialogar y negociar son los principios fundamentales de las relaciones humanas a través del lenguaje, y para que ambos se den efectivamente son necesarias dos condiciones:

     1. Que los dialogantes “alternativamente manifiesten sus ideas”, es decir, que hable uno, luego el otro y así todos los que intervienen en la plática. El diálogo en el que sólo una persona habla, aunque haya muchos oyentes, es un monólogo.

     2. Que los negociantes entiendan que cada uno obtendrá algo, pero también que cada uno cederá algo.

     Vea usted qué fácil es sostener un diálogo y hacer una negociación. Solamente hay que tener la voluntad de escuchar al otro y ceder en algunas de sus pretensiones.

     Muy fácil, pero imposible cuando nos enfrentamos a alguien que es necio o fanático. El primero no dialoga, sino que expresa únicamente su punto de vista y no permite que nadie lo cuestione o ponga en duda; el segundo está obnubilado por su pasión y no acepta nada que no empate con su creencia.

     También se dificultan esas acciones cuando entra la furia como un elemento de participación. El que en lugar de dialogar o negociar insulta y provoca hace imposible cualquier acuerdo civilizado… bueno, hace imposible cualquier acuerdo, aunque no sea civilizado.

     Hablar entre mexicanos se ha vuelto un problema porque un tercio del país está empecinado en sacar adelante la difusa Cuarta Transformación, otro tercio se esfuerza por mantener con vida la democracia nacional y el tercio restante se manifiesta apático.

     Urge a la nación que reflexionemos todos sobre lo cara que nos está saliendo la confrontación, y que lo hagan sobre todo los y las nuevas próximas gobernantes.

sglevet@gmail.com

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