Nuestro continente americano está hecho un desmadre, parece caerse a pedazos y lo que resiste es cada día más frágil y endeble. Todo indica que Donald Trump ganará las elecciones en Estados Unidos, lo que viene después de su victoria es una versión intensificada de lo que vimos en su primera gestión: más bravuconadas, menos diálogo y mayor negociación asimétrica con ellos.
En Canadá cae la popularidad del Primer Ministro Justin Trudeau, era de esperarse, se dedicó a agradar a todas las minorías, inmigrantes y agendas progresistas y se olvidó del canadiense promedio. Ahora Canadá es un desmadre donde en las próximas elecciones tiene muchas posibilidades la derecha antiinmigrante.
En nuestro país, tenemos una Presidenta que ha comprado todos los pleitos, rencillas y modos de su antecesor y ahora tenemos un país en una crisis política y constitucional innecesaria y absurda. La inversión extranjera se desploma, la confianza en el país cae, el costo político a pagar con nuestros socios del TMEC es cada día mayor.
Cuba, mientras tanto, sigue en su insufrible cotidianidad de escasez de todo menos de revolución y castrismo. Ahora depende del petróleo que le mandamos los mexicanos de a gratis, que ellos, por cierto, toman una pequeña parte para las necesidades de los cubanos y la otra la revenden en altamar a otros países. Cuba no cae, porque ya no tiene donde caer más bajo.
En Venezuela se mantiene el gorila impresentable de Nicolás Maduro, tras una elección completamente fraudulenta que ni sus más cercanos como Lula da Silva están dispuestos a lavarle la cara. El país está en una quiebra total, donde los cercanos al chavismo se presume tienen cuentas en el extranjero por miles de millones de dólares. Tan solo el exdirector de PDVSA durante el gobierno de Hugo Chávez se estima tiene cuentas en paraísos fiscales europeos por más de 30 mil millones de dólares.
Colombia en su propia dinámica absurda de un presidente que además de su pasado guerrillero presume su capacidad de escribir tuits irresponsables mientras los espacios del narcotráfico se amplían día a día.
La Bolivia de Evo Morales es una tragedia que está muy cerca de la comedia involuntaria. Se gestan autogolpes de estado, violan la constitución con el mismo cinismo que Evo violaba menores de edad. El país con las mayores reservas de litio del mundo y una potencia energética hace unos cuantos años ahora está totalmente quebrada. Parece ser el destino marcado del socialismo en nuestra querida latinoamérica.
Argentina con su Milei, mandando al carajo a todo el que no piense como él y viendo en persona como gobernar es mucho más complejo y sofisticado que gritar consignas pegadoras todo el tiempo. Argentina debería ser un país rico, tiene todo para serlo.
Ecuador con sus crisis políticas, El Salvador con su Bukele en proceso de meter en prisión a la mitad de los salvadoreños, Haití en su tragedia eterna, Nicaragua con su pareja de payasos presidenciales que se resisten a dejar el poder,
En fin, todo nuestro continente hecho un desmadre y nadie que nos pueda salvar.
Pero votamos por políticos gritones y carismáticos que nos embelesan con sus hermosas palabras de regresarnos a un paraíso perdido en el pasado.
En mi opinión, perdemos mucho tiempo culpando a otros de nuestros fracasos, está demostrado al cansancio que la prosperidad y felicidad de las sociedades está en relación directa con la democracia y libertades. Un país con poca democracia y libertades restringidas es pobre y uno con una buena democracia y libertades garantizadas es rico.
Es sencillo, así de fácil.
Al final no se trata tanto de gobernar un país como más bien, de administrarlo correctamente.
Jorge Flores Martínez