En Veracruz hay, por lo menos seis precandidatos a alcaldes y diputados cuyos antecedentes registran acusaciones de violencia física y sexual, tal parece ser un denominador común en este proceso electoral en el cual Félix Salgado Macedonio figura como el non plus ultra. Más sorprendente aún es observar que, pese a las acusaciones formuladas ante el ministerio público, los partidos postulantes no retiren esas propuestas, señal de la corrupción política y moral a la que hemos llegado. Esa característica de tintes escatológicos se acompaña con la reaparición de denuncias judiciales contra actores políticos durante muchos meses dormidas en el marasmo burocrático, pero que ahora se reactivan y hacen efectivas en algunos casos o solo se divulgan como ominosa admonición de “si te mueves te aplaco”. Es la lucha por el poder más encarnizada de que se tiene memoria.