Es lúgubre el desfile que el gremio periodístico de nuestros tiempos observa, impotente, se trata de la procesión de compañeros víctimas de la intensa violencia que asola al país, pues pese a sus protestas y reclamos de protección la ola es tan gigantesca que hace ver mal a las autoridades, mismas que una y otra vez repiten la cantaleta “se hará justicia, no habrá oportunidad”, aunque para el victimado y familiares no sirva de consuelo ¿ya para qué? Sí, que se haga justicia, es obligación inherente de toda autoridad, pero siempre será mejor prevenir y que desde el gobierno se propicien las condiciones para evitar en lo posible la recurrencia de esos asesinatos. Porque las estadísticas son de marcado tono fúnebre, pues en solo dos meses y días del año en curso la lista de ausentes va en preocupante ascenso: José Luis Gamboa, en enero, asesinado en Veracruz; Margarito Martínez,Lourdes Maldonado, en Tijuana. Roberto Toledo en Zitácuaro; en febrero, Heber López en Salina Cruz, Oaxaca,Jorge Camero en Empalme. Si algo pudiera ser peor, es que nadie podría asegurar el fin de esa lista en el futuro inmediato, y en la Cábala de Predicción se solo queda la pregunta ¿dónde, quién sigue?