Después del descontón que le puso a Chris Rock en la Ceremonia de la entrega del Oscar, por la naturaleza arrebatada y con una muy dudosa inteligencia emocional, cualquiera pensaría que Will Smith pasó de ser el Príncipe del Rap al Príncipe del Ku Klux PAN. Un buen terapeuta podría deducir que Will fue bombardeado por la muy intensa. y algunos dirían que hiperviolentas, campañas blanquiazules que reparten con alegría sus bots y jéiters en las redes sociales, y ahí se contagió. Digo, después de ver las arrebatadas filípicas de personajes como Xóchitl Gálvez, el ChikiliQuadri (el muy conchudo quiere armar una protesta muy ecologista contra el Tren Maya a control remoto), la Rabadán (persona tan relajadita que casi le quiso pegar a López Obrador por no felicitar a Derbez como si hubiera ganado un Oscar que no ganó —su máxima participación en la ceremonia de la Academia fue decir “¡óigamenoígame!” cuando se armó la rebambaramba— como si quisiera ser la nueva Federica Peluche), Rementiría y la mismísima Lilly Téllez que son el exabrupto encarnado, no es difícil pasar directamente a la lógica del mamporrazo.
Digo, ni modo que por sus buenas y sacrosantas maneras, gentiles, lozanas y ternas, Markititititito Cortés reclutó a la señora Téllez para acabar con lo que queda del PAN, en un acto que nos hace evocar cuando el América se llevó a Giobrandy o cuando Movimiento Ciudadano (esa fábrica dantesca de conciencias descompuestas) ungió a Payazuelos.
Sin antecedentes violentos más que en algunas de sus películas, no se recuerda a Will Smith como un sujeto buleador ni madreador como para hacer su propia versión de Me gustan valentones con Luis Aguilar, el Piporro y Rosita Quintana, donde el héroe le demuestra a su amada que no es un cobarde y que puede madrear a todos los machos del pueblo, en una lucha del Heteropatriarcado contra la Falocracia falocentrista.
Un espectáculo machinrín típicamente panista (como cuando el expresichente Jelipillo dio el banderazo de salida de su Narcoguerra con un uniforme del Sargento Furia que le quedaba muy grande) salvo en el caso de aquellos choznos de Gómez Morín que se encuentran bajo el escrutinio de la ley como Ricardo Anaya, que luego luego andan a salto de mata.
Curioso que ningún kukluxpanista-clasista valentón haya salido a felicitar a la señora Lupita por pasar del AIFA a Los Pinos a vender sus tlayudas. Chris Rock le debería llevar a Will Smith una tlayuda de la paz.
Jairo Calixto Albarrán