Ante el advenimiento de la liposucción electoral, fue un poquito frustrante ver cómo el sector opositors se tropieza una y otra vez con la misma piedra. En lugar de darle vueltas al asunto, buscar salidas más o menos creativas y refrescantes (no más Legos, plis) frente a los acertijos que les pone López Obrador, lo único que se les ocurre es derrapar en lo previsible. O sea, neta que te dan ganas de agarrar a Marianita Gómez del Campo, la señora López Chabadabadán o Georgie Romero y sacudirlos y gritarles: ¿acaso no entiendes que el dictador está jugando con su mente como un gato con una bola de estambre?
Les pasó con la reforma eléctrica: creyeron que habían ganado la batalla al defender en bloque la iberdrolización, cuando terminaron señalados como traidores de la patria y señalados por la gente. Y ahora , sin haber entendido nada, les pasó lo mismo que lo mesmo con la reforma electoral: lo primero que se les ocurrió fue decir que NO iba a pasar, que la iban a batear, que todo está mal, mal, mal porque es ¡¡¡horrible, horrible, horrible!!! Todo mientras mi Lilly Téllez, Julen Rementiría, Markititititito Cortés, los chuchitititititititos y Alitititititititito Moreno -que anda en friega buscando facturas y viáticos para justificar sus riquezas de pachá de Campeche- ponen cara del subjefe Diego con estreñimiento. Antes asustaban, pero ahora ni risa dan, chale.
Como quiera que sea, es difícil de creer que notables estadistas como el ChikiliQuadri, los ex presichentes Fox y Calderón que son uno mismo, el mismísimo Claudio González, caigan de manera mecánica, reiterativa y previsible en la misma trampa. En lugar de construir una respuesta inteligente, sensata y lúcida para defender al INE para que siga siendo el Exxon Valdez de la democracia y que siga derrochando sus riquezas cual mirrey en tachas, la única respuesta fue sacar a pasear su clasismo pedorro y recalcitrante. En vez de explicar con detenimiento por qué es importante tener más y más y más plurinominales que casi ni son vivales, la única solución que encontraron los zavalistas-emecistas-tresequisgonzalistas fue ponerse como Dante Delgado, sacar la lengua, aguantar la respiración y comportarse erráticamente como la niña de El exorcista.
Los opositores fueron contagiados por el síndrome de Ricardo Anaya: quieren gobernar un país que no conocen; un país como el nuestro que no hay dos en la vida, que ya sabe quiénes son porque los ha estado observando. Jairo Calixto Albarrán jairo.calixto@milenio.com @jairocalixto