Nadie podría regatearle a Porfirio Muñoz Ledo sus méritos en campaña de héroe político cuyo protagonismo en el escenario nacional se escribe ya en muchos lustros, o en muchos sexenios de gobierno. A Muñoz Ledo se le recuerda como enjundioso orador en la campaña presidencial de Luis Echeverría (previamente se desempeñó como Secretario General del IMSS), en los inicios de la década de los años 70 del siglo pasado; ya presidente, Echeverría lo nombró Subsecretario de la presidencia y más tarde Secretario del Trabajo en sustitución de Hernández Ochoa, de donde salió para dirigir al PRI en las postrimerías del sexenio echeverrista; en esta posición le correspondió negociar el “triunfo” del PRI en Nayarit (cuando en realidad el PRI había perdido) con el dirigente nacional del Partido popular Socialista, Jorge Cruicshank García, quien gracias a esa “negociación” llegó al senado habiendo sido candidato del PRI-PPS al senado por Oaxaca, a cambio de cederle el “triunfo” al PRI dejando chiflando en la loma a su candidato al gobierno de Nayarit Alejandro Gazcón Mercado. Funcionario público priista de elevados vuelos, Muñoz Ledo integró junto con Cuauhtémoc Cárdenas la Corriente Crítica al interior del PRI, de donde fueron expulsados y fundaron el PRD, del cual Porfirio fue presidente, diputado y senador, Porfirio sentó precedente importante cuando en 1988 en pleno informe presidencial, ante el azoro generalizado de los allí presentes, interpeló al presidente de la Madrid; también cuando en el sexto informe de Zedillo le espetó. “Nosotros somos igual que vos, pero juntos somos más que vos”. Inquieto por los records, aspiró a dirigir MORENA, sin conseguirlo, de lograrlo hubiera sentado impresionante precedente por haber dirigido tres partidos de diferentes perfiles, o acaso iguales. Sin embargo, este singular político mexicano, de inigualable trayectoria, no escapa a su condición humana, porque, al igual que la chimoltrufia, como dice una cosa, dice la otra: después de su frustrada aspiración a reelegirse como diputado por falta de apoyo en la cúspide morenista, y por la misma razón no resultar elegido para dirigir a Morena, Porfirio se convirtió en hiriente critico al interior de su partido, incluso anunció la creación de un nuevo Grupo, junto a Ifigenia Martínez, quien por cierto no le hizo mucha segunda; de pronto Porfirio calló, y cayó en un soporífero silencio, se suponía debido a sus achaques de salud. Pero en enero salió el peine con la noticia de que Porfirio podría ser nominado a la embajada de México en Cuba, versión que el presidente detuvo drásticamente cuando declaró no saber nada de ese asunto. No obstante, era obvio que algo había. Hasta allí llegaron las loas de Porfirio al gobierno y a su partido, porque después de prudente espera nada de aquello se concretó y ahora habla de una “autocracia”. Nada de esto borra los méritos y trayectoria política de Muñoz Ledo, aunque sin duda alguna nos da la dimensión de cómo opera la naturaleza humana en la conducta de todo político, llámese como se llame.