Es muy conocido en nuestro país el refrán “los patos le tiran a las escopetas”, es un apotegma usado para cuando al parecer se invierten los términos de una rutina establecida de acorde a los cánones convencionalmente establecidos. Por asociación de ideas, el diferendo entre la Comisión de Vigilancia del Congreso local y la titular del Orfis permite evocar este proverbio, pues normativamente el ente fiscalizador debe rendir informe de sus acciones al Congreso legislativo del cual es su brazo fiscalizador para mantener bajo observación la aplicación del recurso público a cargo de los entes fiscalizables. No obstante, el diferendo de referencia es explicable si atendemos a los antecedentes históricos de estas instituciones, en cuyo origen está el prurito de adecentar en la administración estatal el uso del dinero público; el quid del asunto reside en que durante su desempeño han sido permeadas por profundos mantos de corrupción en pasados ejercicios, con esto no se afirma o descubre nada nuevo porque es un secreto a voces, debido a que en ese universo figuran 2012 municipios y la amplia estructura administrativa estatal. ¿Cuántos ex alcaldes, o ex tesoreros pudieran certificar que acudieron a la Comisión de Vigilancia del Congreso o al Orfis para resolver sus “travesuras” habidas en el manejo del dinero fiscal? No pocos resultaron “ordeñados” o “rasurados”, a cambio de cuentas públicas libres de observaciones imposibles de solventar, recibiendo solo las de matiz administrativo, solo pecatta minuta comparada con lo desviado hacia cuentas personales. Con esos antecedentes se antoja obvio el motivo de la mutua desconfianza que actualmente sostienen el órgano fiscalizador y la Comisión de Vigilancia, contexto que pudiera ser saludable porque si ambas se vigilan en recíproca sintonía es probable que ocurra una sensible disminución de corruptelas, sin duda sería saludable. Todo lo cual no obsta para inferir una distorsión en la estructura institucional, como este caso en comento, porque el Orfis (al igual que la Auditoria superior de la Federación debe rendir informes a la Cámara Federal de diputados), debe informar al Congreso estatal a través de la Comisión de Vigilancia. Pero así pasa cuando sucede.