jueves, mayo 2, 2024

¡Aguas! el Covid sigue allí

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El viernes 7 de enero del año en curso, la Secretaría de Salud (SSa), en su comunicado técnico diario sobre la evolución de la epidemia del Covid-19 en México, reportó que la cifra de muertes a causa del coronavirus se ubicaba en 300 mil 101. Por esa cifra México se colocaba en el quinto país en superar las 300 mil muertes, después de Estados Unidos, Brasil, India y Rusia, con mucha mayor población. El viernes 27 de julio, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) informó del deceso de 424 mil 509 personas por COVID-19, mucho más de las 327 mil 261 defunciones reportadas hasta ese entonces por la Secretaría de Salud (SSa). La diferencia entre los números reportados por la SSA y el INEGI radican en el exceso de mortalidad no incluidos en el reporte de la Secretaría, sin embargo, reflejan una distancia de dimensiones siderales respecto de las cifras “catastróficas” de 60 mil decesos que en 2020 el nada atinado doctor López Gatell consideraba remotas de ser alcanzadas. Fue, obviamente, uno más de sus desafortunados desaciertos, como el de calificar innecesario el uso del cubrebocas para el combate al contagio de Covid-19, pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo recomendaba en prioridad. Qué decir de las “curvas aplanadas”, ya “controladas” que con frecuencia nos recetaba en las mañaneras, todo un sonado fracaso como Zar antivirus, los números lo delatan. Recientemente, López Gatell anunció el uso discrecional del cubrebocas en nuestro país, sin embargo, no todo el gobierno va en esa tendencia, pues la Secretaría de Educación ha recomendado adoptar la precaución del cubrebocas en escuelas primarias, una disposición acertada porque entramos a la temporada invernal cuando se acentúan los casos de influenza. Lo más recomendable es atender al llamado de la OMS a seguir las medidas de precaución contra el Covid y sus distintas variantes, incluye, por supuesto, el uso del cubreboca, que afortunadamente se ha convertido en parte de la indumentaria cotidiana. Ya tenemos encima la mala plaga de la inseguridad pública y orbita sobre el bolsillo familiar la grave escalada inflacionaria como para descuidar nuestra salud, que es el filón más rico de nuestra existencia, el último reducto para no sentirnos en la desesperanza.    

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