Según la definición tradicional, líder es una persona capacitada para conducir grupos hacia el cumplimiento de metas y objetivos previamente trazados; materializado en hechos así lo ejemplifican los grandes protagonistas de la Historia, desde Ciro, Alejandro, Alcibíades, Atila, Julio César, Cicerón, Napoleón, Robespierre, Lenin, (nos guste o no, Hitler), Mandela, Fidel Castro, Benito Juárez, Bolívar, etc. Basta conocer sus respectivas biografías para percibir la grandeza de sus talentos y liderazgos, también sus debilidades humanas, por supuesto. Aunque en el resplandeciente recinto de la Historia figuran otras personalidades que sin alcanzar la categoría de un líder fueron grandes dirigentes: Churchill, Kennedy, De Gaulle, Lula da Silva, todos ellos, líderes y dirigentes, dejaron profunda huella en las civilizaciones donde actuaron. Sostienen quienes han estudiado el perfil característico de un líder y de un dirigente que la diferencia entrambos estriba en que el primero Jala mientras que el segundo Empuja. Aceptando esa tesis ¿Cuál de esos dos caracteres se requiere en quien debe encabezar a la oposición política en México en vías de la elección de 2024? La respuesta la dejamos al criterio del amable lector, aunque sin duda en el México de nuestros días, la oposición política al gobierno del presidente López Obrador requiere de un líder que los encabece, unifique criterios partidistas y los coordine con la oposición no organizada pero latente en el seno de la sociedad mexicana. Es un hecho manifiesto la turbulencia que impera en el contexto político nacional, en ese escenario de las fuerzas en pugna MoReNa tiene en el presidente López Obrador a su líder, la fuerza centrífuga que los aglutina y dirige hacia metas muy precisas, esa condición no se observa en las trincheras partidistas de la Alianza y de la inconformidad ciudadana. Es posible que en el bando de las organizaciones ciudadanas exista mejor cohesión y control pese a la multiplicidad de sus autores, así se pudo observar en la multitudinaria concentración ciudadana del día 26 en varias ciudades de México y en la anterior del 13 de noviembre pasado, pero no se advierte la misma conexión entre las dirigencias partidistas, quizás porque en cada una de esas organizaciones, PAN-PRI y PRD, privan condiciones azarosas que les impiden plena libertad de movimientos. En el PRD tienen una espada de Damocles en la dificultad para conseguir votos que superen el 3 por ciento requerido para conservar el registro lo cual opera como pesado lastre sobre sus actividades. En el PRI, su dirigente nacional ya está más preocupado por negociar su salida con prebendas que le garanticen impunidad a futuro que en aplicar las estrategias de la Alianza, y en el PAN, que es el partido menos atosigado también bullen las divisiones internas. Por todo ese pesado bagaje de problemas imantados a la Alianza opositora podemos inferir la urgencia por encontrar un líder, un mecanismo semejante a la Lámpara de Diógenes sería de verdadera utilidad para encontrarlo.