Debemos dejar en claro que no adelantamos juicios respecto a la situación jurídica del alcalde de Rio Blanco, la evolución del proceso legal que se le siga podrá dilucidar el por qué transportaba armas de alto calibre y el origen de las cuantiosas sumas de dinero en su poder. Pero su detención introduce elementos preocupantes porque inducen a cuestionar sobre el nivel de involucramiento de ciertas autoridades municipales en asuntos de elevado sospechosismo. ¿Cuántos alcaldes veracruzanos se encuentran en similar tesitura a la del recién detenido? ¿Cómo y por qué sus respectivos partidos los postularon al cargo que ahora desempeñan? Más aún, ¿tuvieron algún padrino político gracias a cuya influencia fueron impulsados al cargo que ahora desempeñan? ¿Quién? No son interrogantes oficiosas porque encuentran fundamento en lo que, por ejemplo, ha acontecido en Sayula de Alemán donde la alcaldesa actúa en permanente conflicto y su ayuntamiento luce resquebrajado con un extesorero y un regidor en la cárcel; y ahora el alcalde de Rio Blanco, detenido con un arsenal a su lado. Quizás, mejor que así fuera, nos invade un lapsus esquizofrénico de persecución delirante, bueno sería, pero lo que está sucediendo en otras entidades federativas debiera ponernos en alerta ¿cuántos alcaldes de Tamaulipas han sido señalados de andar en malos pasos? ¿Cuantos de Zacatecas? ¿Y de Nayarit? ¿No fue en esta última entidad donde actuó con absoluta impunidad un Fiscal Estatal ahora preso en los EEUU, acusado de tráfico de drogas y otras linduras? ¿Acaso no está purgando condena un exgobernador de esa entidad por conductas nada santas? Afortunadamente en Veracruz, se supone, aún no llegamos a tales extremos, por eso preocupan los casos señalados de Sayula y ahora Río Blanco. Sobre el alcalde detenido, dice el gobernador: “No lo tenemos catalogado como generador de violencia, no lo tenemos registrado como integrante de grupos delictivos”, nada halagüeño será si resulta involucrado en malos pasos porque evidenciará un deficiente procesamiento de la información de inteligencia puesta a disposición del titular del ejecutivo estatal. Por otro lado, para no ver moros con tranchete desechamos la sugerente idea de que los casos de Sayula y Rio Blanco configuren la punta de un iceberg, pero que la vorágine de los acontecimientos impide ver lo que subyace en el fondo.