viernes, abril 26, 2024

Una cápsula sobre el no deber ser en el servicio público

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Mientras quienes participan activamente en la cosa pública emerjan del mismo caldo de cultivo social difícilmente las acciones de sus actores podrán ser diferente en lo relativo a ejercer el poder público, la diferencia, si la hay, en todo caso será de matices. Es notable la metamorfosis, todo es cuestión de ejercer el poder público para notar el cambio, radical a veces en quienes de pronto gozan de la oportunidad de “servir” a la sociedad, pero privilegian la ocasión para servirse a sí mismos. Este breve exordio, sirve al propósito de traer a la actualidad un nada ejemplar episodio de nuestra vida política en la aldea, guarda similitudes con los sucesos en un país bananero, lo sorprendente radica en que sucedió en nuestra aldea no hace muchos años. Es relativo a la inusitada aparición en el presupuesto público y en cargos de gobierno de las “reinis”, un fenómeno propio del teatro de lo absurdo acontecido durante el sexenio de Fidel Herrera y prolongado en el duartismo, al oficializar espacios de poder a féminas relacionadas íntimamente con servidores públicos. Obviamente no era un fenómeno nuevo, pero antaño se “guardaban” las formas, hasta que en ese entonces se rebasaron los límites de la prudencia y moderación que deben ser inherentes al desempeño de la función pública, porque de la discreta relación guardada entretelones transitó al escándalo público. Fue un triste y lamentable episodio de nuestra vida política que alimentó el enojo social en contra del PRI, y obviamente fue uno de los detonantes del desplazamiento priista de la silla del poder, porque esa fue solo una de las inmoderadas expresiones de la corrupción durante el largo periodo de doce años. Aunque usted no lo crea.

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