Agencias/Sociedad 3.0
Durante una entrevista televisada por varios canales locales, el presidente de Kenia, William Ruto, pidió disculpas por no haber podido impedir el ayuno de presuntos miembros de una secta, que dejó hasta el momento 223 personas muertas que buscaban encontrarse con Jesucristo.
«Es obvio que hubo laxitud en nuestro gobierno, lo que desafortunadamente condujo a la muerte de muchos kenianos. No debo tomarme esto a la ligera».
El mandatario dijo que el incidente, ocurrido en el bosque Shakahola, nunca debido haber ocurrido y a nombre de su gobierno asumió toda la responsabilidad y aseguró que se realizará una investigación exhaustiva para llegar al fondo de los hechos y los responsables rindan cuentas.
Ruto prometió vigilar a las instituciones religiosas para evitar que se repitan los actos cometidos, aunque también mencionó que sería injusto condenar a todas las religiones con base en las acciones de otros.
«Queremos establecer con los líderes religiosos un mecanismo que garantice que delincuentes y ladrones no se aprovechen de la religión y la fe para provocar daños».
Se cree que el número de muertes de la llamada «masacre de Shakahola» ascienda debido a que las excavaciones aún no terminan y al menos 610 personas se encuentran desaparecidas.
Los cuerpos de las víctimas han sido exhumados de tumbas y fosas comunes halladas en el bosque, a excepción algunos que murieron en el hospital por su estado grave de salud.
Las autopsias demostraron signos de inanición, y al menos tres menores y un adulto tenían rastros de estrangulamiento y asfixia; además, las investigaciones apuntan a que los fieles eran forzados a seguir con el ayuno aunque quisieran abandonarlo.
El pastor Paul Mackenzie Nthenge, su mujer y otros 16 sospechosos y un extaxista que lidera la Good News International Church (Iglesia Internacional de las Buenas.
Con información de EFE