sábado, abril 27, 2024

Viejo Vs nuevo régimen: la causa de la polarización

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Sin duda vivimos un episodio de la vida nacional pleno de situaciones inéditas, provocadas por factores diferentes, parte medular la protagoniza el estilo de gobernar del presidente López Obrador cuyo prurito por realizar los cambios para instalar un nuevo proyecto de nación genera consecuencias inesperadas y fuera de la “normalidad” acostumbrada. Es explicable, porque seis años son insuficientes para demoler un sólido edificio institucional devenido del empeño de sucesivos gobiernos que, por vocación o bien obligados a atender los reclamos de factores políticos de diferente orientación ideológica. En su origen, desde el priismo se asumía la autoría de la génesis del Estado de Bienestar: “creamos el IMSS, el ISSSTE, los grandes Institutos de Salud, el Banco de México, PEMEX y la luz para los mexicanos, comunicamos el país, erigimos la Comisión Nacional de Derechos Humanos, creamos el IFE, el IVAI, industrializamos al país etc., aunque debemos reconocer los alcances de esa autoría en acato a los principios de la Revolución Mexicana, también ha sido fruto de la presión ejercida por la oposición política. Pero, en resumen, son logros por el esfuerzo no  exentos de sacrificios de la sociedad mexicana en su conjunto. La cobija ideológica con la cual se vestían esos alcances se adjudicaba a la Revolución Mexicana, y el PRI postulaba la Justicia Social como su fundamental principio de acción. Ese andamiaje construido durante décadas es la columna vertebral del México contemporáneo que ahora está en proceso de demolición en aras de sustituirlo por un nuevo proyecto, animado, según el discurso, por la búsqueda del bienestar para la población mexicana, y justificada en la premisa de que el régimen anterior privilegió el crecimiento económico pero olvidó el desarrollo social, pese a los innumerables programas sociales implementados para aliviar la extrema pobreza. En esa lógica de cambio el gobierno en funciones ha avanzado en la introducción de reformas al marco normativo aunque, obviamente, encuentra férrea resistencia de los grupos de poder. Y en esas estamos en México: un presidente empeñado en acelerar los cambios y una oposición que aún no encuentra la fórmula para detenerlo. En ese contexto no debiera extrañar la polarización política en boga, la cual encontrará epilogo o potencial aceleración en el resultado de las elecciones de 2024. No falta mucho para comprobarlo.  

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