jueves, mayo 2, 2024

México, entre la violencia delincuencial y la pugna electoral

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Hace dos años, el Jefe del Comando Norte, general Glen Vanherk, declaró que en México la delincuencia controla por lo menos el 35% de su territorio, pese al grave significado de ese tremendo aserto al menos mediáticamente no tuvo las repercusiones del caso, no se podría afirmar lo mismo en cuánto oleaje haya provocado tras los bastidores del poder, porque en realidad lo que cotidianamente acontece en diversos puntos de la república trasluce claramente que quizás aquel porcentaje se haya quedado corto. La preocupación aumenta en vista de la escalada de violencia, pues ahora utilizan medios propios de terrorismo como lo son el uso de minas susceptibles de ser explotadas a control remoto y de drones artillados. Es un escenario donde los hechos sangrientos ocupan lugar protagónico, más de 160 mil víctimas por homicidio en lo que va del sexenio gubernamental señalan el elevado nivel de virulencia alcanzado por el crimen en este país. Por sí solo ese espectáculo sangriento refleja la urgente necesidad de revisar la estrategia de seguridad implementada por el gobierno, porque obviamente eso de los “abrazos, no balazos” ha quedado en narrativa estéril y ningún resultado positivo existe en los programas para evitar que los jóvenes se conviertan en víctima del reclutamiento para el sicariato. Cuatro años y medio han transcurrido desde que el actual gobierno tomo la estafeta para el cambio sin que haya visos de resultados positivos en materia de seguridad, de hecho se estima difícil que pudiera haber un giro hacia estrategias más efectivas, mientras eso no suceda la espiral de la violencia seguirá ascendiendo.

Otro expediente de invaluable importancia para la población mexicana es el de la Salud, que tampoco veremos en niveles semejantes a los del primer mundo porque este importante Sector ha venido a menos, ya estaba mal y su condición actual en vez de mejorar es de franco deterioro. Ya es lugar común lo del desabasto de medicinas, y lamentablemente las malas condiciones de la infraestructura física de los hospitales son inocultables. Conocíamos del retraso en Veracruz en materia de salud y los medios se han encargado de transmitir lo que ocurre en otras latitudes del solar nacional para mostrarnos descarnadamente la acentuada diferencia entre el decir y el hacer, entre nosotros y Dinamarca. Se agota el tiempo del sexenio gubernamental y se acrecientan los estruendos de la pugna por el poder político, el irregular adelanto de los tiempos electorales ha abierto prematuramente la disputa, acarreando con ello una progresiva minusvalía del poder presidencial con su correspondiente impacto en la administración pública, porque ese palenque distrae la atención de los grandes problemas nacionales. En uno y otro bando velan sus respectivas estrategias, pero sin duda la larga campaña política adelantará a su vez el cierre de los programas operativos para privilegiar al asunto sucesorio. En ese estira y afloja, en cada bando debieran recordar las sabias recomendaciones del gran Napoleón Bonaparte: a la Alianza Va por México, le haría bien atender la consigna del “Despacio que llevo prisa”, y el líder de la CuartaT no debiera echar en saco roto aquello de: “Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”.

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