domingo, abril 28, 2024

De la «derrota moral» a la resurrección súbita

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Durante sus dos primeros años de gestión el presidente López Obrador replicó en múltiples ocasiones su diagnóstico acerca de una oposición partidista “moralmente derrotada”, al margen del sarcasmo subyacente esa una percepción no pecaba de errónea a juzgar por el marasmo en  la conducta del PAN, del PRD y del PRI que parecían estar en estado catatónico; más aún porque en el PRI, aprovechando la confusión se entronizó en su dirigencia un personaje de muy escaso crédito político, acompañado por Rubén Moreira y su esposa con quienes integró un genuino Grupo de interés. Pese a todo, los resultados electorales de 2021 evidenciaron que en el contexto ciudadano nacional bulle un sentimiento oposicionista a la espera de un líder que lo agrupe y organice en sinergia con las organizaciones partidistas. Otro síntoma del sentimiento de inconformidad respecto al statu quo latente en el seno social fueron las nutridas manifestaciones de protesta contra los atentados al INE y a la Suprema Corte de Justicia, con lo cual el caldo de cultivo se hizo más evidente. Aun así, la trilogía partidista, PAN-PRI-PRD, no acertaba a vincularse con grupos ajenos a su militancia, los muchos años de partidocracia le inhibieron la capacidad para asociarse con ciudadanos no afectos a las consignas partidistas ni a su rigor estatutario. Hasta que inopinadamente irrumpió en el escenario la figura de Xóchitl Gálvez, y a partir de ese fenómeno la oposición partidista, ya reanimada, despertó y emprendió la tarea de organizarse efectivamente para enfrentar al Gobierno- Morena y sus partidos asociados, el PT y el Verde.

Aun no estamos en condiciones de saber hasta dónde podrá alcanzar el entusiasmo cívico-político despertado por la senadora Gálvez, sin embargo, a partir del despertar del Frente Amplio con un diseño de competencia que privilegia la participación ciudadana, hemos podido advertir que las bautizadas como “Corcholatas” de Morena no aparecen ya como figuras del non plus ultra político, e incluso comparativamente tampoco alcanzan los tamaños de quienes hoy por hoy son los cuatro finalistas del Frente Opositor. Los reflectores antes monopolizados por Sheinbaum, Ebrard y Adrián Augusto López, por la fuerza de las circunstancias ahora son compartidos con Xóchitl, Beatriz, Creel y de la Madrid, y en el mano a mano pareciera que estos últimos rebasan en trayectoria a los tres primeros; cuestión de enfoque. Pero en el fondo, lo que está en juego es un genuino cambio en el Sistema Político Mexicano, porque el bando que resulte victorioso en la elección de 2024 podrá instaurar su respectiva propuesta: si Morena, la continuidad de la CuartaT, si es el Frente por México podrá instaurar un gobierno de Coalición con motivaciones parlamentarias. Falta mucho por transcurrir, el universo social donde se escenifica esta competencia está pleno de desniveles que pudieran provocar sucesos inéditos. La diversidad de personajes en pugna revela un palenque sui géneris. La moneda todavía estará en el aire por algún tiempo, ojalá el templete resista.     

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