sábado, abril 27, 2024

«Nada es verdad, nada es mentira…»

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“En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el cristal con que se mira”, reflexionaba con profunda visión del acontecer humano, social y político don Ramón de Campoamor (1817-1901). Todavía alcanzó a iluminar en la postrera luminiscencia del ocaso de su vida a quienes formaron la Generación del 98, en España, lo que José Martínez Ruiz, más conocido como “Azorín”, difundió en el ámbito de los escritores e intelectuales de su tiempo, difícil por cierto porque España en ese año perdió la guerra contra Estados Unidos, que le arrebató Filipinas y Puerto Rico, y Cuba consiguió si independencia. Eran los últimos vestigios del imperio español nacido tras la conquista. Visto a través de los años y de la historia esos acontecimientos ya pueden ser analizados sin el acompañamiento de la pasión, enfocados simplemente como fueron, porque durante su acaecimiento las pasiones impiden la perspectiva objetiva pues los protagonistas proporcionan una visión interesada a sus afectos. Ese fenómeno lo podemos observar ahora, en el México gobernado por un Proyecto de Transformación que sus adláteres defienden como hecho histórico, pero sus adversarios califican de devastador de un orden institucional cuya construcción es el fruto esforzado de muchas generaciones. En ese litigio cada bando aporta sus reflexiones, obviamente contrastantes entre sí. En la diversidad de pugnaz confrontación de sentimientos y pensamientos no es fácil encontrar la realidad, aunque no representa mucha dificultad para quienes cuentan con la información suficiente para contrastar el dicho de cada parte. Ahora mismo lo podemos apreciar con el informe de Coneval, una institución del Estado Mexicano que goza de autonomía, crédito y prestigio ganado a pulso a través de la fidedigna información que proporciona. Por un lado, Coneval informa que los índices de la pobreza en México se redujeron (el número de personas en situación de pobreza pasó de 55.7 a 46.8 millones), pero, a cambio, aumentó sensiblemente la población con carencias de salud y rezago educativo (el porcentaje de la población con carencias por acceso a los servicios de salud aumentó,  pasando de 28.2% a 39.1% de la población.). Obviamente, desde el gobierno se celebró el dato de la disminución de la pobreza, pero le da la vuelta al informe sobre salud, un sector duramente afectado porque el número de mexicanos sin acceso a los servicios de salud a causa de la desaparición del Seguro Popular. Para negar el dramático estado del sector salud, desde el gobierno se acude a una solución sofistica, pues propiamente niega el desastre y atribuye las respuestas a un defecto en el diseño de la pregunta relativa, pues “ahora es atención médica gratuita”. ¿Vamos bien en México? Quizás la respuesta se acomode a “como nos va en la feria”, o sea, según Campoamor “según el cristal con que se mira”.

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