miércoles, mayo 1, 2024

El Estado en Transición: Biopolítica y Tecnología factores en la modernización Estatal

En 1974, el filósofo francés Michel Foucault, dictó una serie de conferencias en Río de Janeiro, Brasil, durante esos eventos, Foucault dio un nuevo sentido a un viejo neologismo acuñado por Rudolf Kjelen, que además revolucionaría la forma en que entendemos el poder: la biopolítica. Aunque puede parecer un término de ciencia ficción, la biopolítica es una realidad que afecta a nuestra vida diaria. Este término hace referencia a como el poder se ejerce no sobre territorios, sino sobre la vida de las personas. Foucault la definió como un conjunto de prácticas y discursos que buscan regular y controlar la vida de los individuos en una sociedad.

Actualmente, la biopolítica está evolucionando y redefiniendo las interacciones entre los individuos, la tecnología y el Estado.  Este nuevo enfoque se caracteriza por el uso práctico y estratégico de las tecnologías para ejercer control sobre la población, no solo en términos políticos, sino también en aspectos culturales y sociológicos.  Es preciso aclarar que el Estado no es el único que ejerce el biopoder. Las grandes industrias farmacéuticas también juegan un papel crucial, ya que la preservación y prolongación de la vida, se ejecuta y diseña desde la esfera de los intereses privados que operan en el mercado. Además. La vigilancia se extiende a los hábitos de consumo y las tendencias de compra-venta, así como una sofisticación de las tecnologías que son usadas para la identificación de las personas.

En la era digital, la biopolítica se ha convertido en una cuestión de datos, algoritmos y políticas públicas. Se manifiesta en diversas formas para la implementación de políticas sociales, tecnologías de control y regulación. Se ejemplifica en la gestión de crisis durante la pandemia de COVID-19 y políticas de natalidad, como la estrategia del hijo único en China (1980-2016), que fue diseñada para controlar la población y es considerada como un caso de biopolítica debido a su regulación directa de la natalidad por parte del Estado.

Este concepto plantea diversas críticas éticas y políticas sobre el ejercicio del poder, la reducción de la vida a meros datos, la vigilancia masiva y la discriminación, la privacidad y la autonomía personal, entre otras preocupaciones que surgen en el debate contemporáneo.

La aparición de la inteligencia artificial (IA), la ingeniería de datos y el blockchain, representan un hito crucial para la biopolítica. Estas tecnologías permiten la recopilación y análisis de datos a gran escala, lo que permite una gestión y regulación de las poblaciones de manera más efectiva y precisa. La IA tiene el potencial de eficientar la toma de decisiones en políticas públicas, detectar patrones de salud en la población o incluso influir en el comportamiento social mediante la personalización de contenidos en plataformas digitales. La ingeniería de datos facilita el manejo de grandes volúmenes de información, lo que puede ser clave para el desarrollo de políticas basadas en evidencia. Finalmente, el blockchain, proporciona un marco para transacciones seguras y transparentes, lo cual podría ser utilizado para mejorar la integridad de los procesos electorales y la distribución equitativa de recursos.

El gobierno electrónico, puede verse como una extensión de la biopolítica, ya que este busca influir y gestionar la vida de los ciudadanos a través de medios digitales, facilitando servicios de salud en línea o permitir a los ciudadanos participar en evaluación y seguimiento de políticas y acciones públicas. Esto refleja una forma de biopoder adaptada a la era digital, pues puede influir en la vida y el bienestar de las personas, alineando las prácticas de gobierno con los objetivos políticos y sociales de una nación.

Edgar Ortiz Arellano, en su artículo “Seguridad Biopolítica en México: Dispositivos Panópticos”, clasifica los dispositivos biopolíticos en cuatro: de seguridad, médicos, estadísticos y clasificatorios. Estos dispositivos realizan actividades específicas como el seguimiento, el análisis, la intervención-corrección e información.

El futuro de la biopolítica es un tema de gran interés y debate. Se proyecta como un campo en constante evolución con los avances tecnológicos y los cambios sociales, requiriendo un equilibrio cuidadoso entre el progreso tecnológico y la protección de los derechos humanos.

Las consecuencias y críticas de la biopolítica son diversas y dependen del contexto en el que se aplique. Es necesario identificar que vivimos en un estado en transición, donde la tecnología y su presencia en nuestra vida diaria nos han posicionado en un paradigma donde el Estado tiene que modernizarse, de una manera ética y sin perder los derechos humanos como eje fundamental de su instrumentación. La llegada de la tecnología al contexto estatal representa una transición peligrosa si no se cuenta con una visión integral de sus bondades y consecuencias, de la adopción de modelos institucionales y buenas prácticas que aborden necesidades y desafíos reales y que sean políticamente viables. Además, de una implementación efectiva, con prácticas y procesos sólidos de gestión pública para la evaluación, adaptación y modificación o eliminación cuando sea necesario.

Ideario en Perspectiva

La pos verdad se ha establecido en este proceso electoral en un fenómeno preocupante. Esta estrategia representa un desafío para la integridad del debate democrático, ya que mengua la objetividad y distorsiona la percepción de la realidad. Dificulta la toma de decisiones informada y compromete la confianza en nuestra democracia.

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