domingo, diciembre 22, 2024

Menos legisladores, más responsabilidad

ALMA GRANDE

Por Ángel Álvaro Peña

Cuando se trata de ver el gasto que representan los legisladores plurinominales se dice que no es nada, si se compara con el grueso del gasto público no rebasa ni el uno por ciento, en tres años representan un gasto aproximado de 7,200 millones de pesos.

Cuando se compara esa cantidad con el gasto diario de la mayoría de las familias mexicanas es cuando surge no sólo el asombro sino la indignación, porque la cantidad que gana un diputado o senador plurinominal en un año no la ve la mayoría de los mexicanos en toda su vida.

De un total de 628 legisladores sólo votamos por 364, el resto están de más. La reforma electoral que anunció el presidente de la república va en ese sentido y deberá repercutir también en la autoridad electoral. Si bien son legisladores que no gastan en campaña, se montan en las de otros para atraer los reflectores de los medios.

La existencia de los plurinominales fue una medida con fecha de caducidad, ya que se abren espacios para partidos de oposición que no figuraban. Esta categoría de legisladores debió desaparecer en el 2000, cuando la realidad mostraba que la minoría del pasado era la mayoría del presente al ganar el PAN la Presidencia de la República, pero nadie dijo nada y debieron pasar 21 años para que pudiera surgir la conciencia de que son innecesarios.

Así, la reforma electoral anunciada por el Presidente tiene como uno de sus principales objetivos desaparecer estas curules que en otros sexenios no quisieron o no pudieron cancelar los anteriores mandatarios por los intereses que implica que los partidos sigan siendo negocios particulares con dinero del pueblo.

Los plurinominales surgen ante la necesidad de representar a las minorías en las Cámaras de diputados y de Senadores; sin embargo, ahora hay tantos partidos políticos con registro que la mayoría de la población está representada. Es decir, la realidad de los partidos cambió y la conciencia de la población también. Ahí está el ejemplo de Adalberto Reyes Ávila, quien ganó las elecciones con 882 votos en San Pedro y San Pablo Teposcolula, municipio de la región Mixteca de Oaxaca, sin estar registrado ni siquiera como independiente. La gente colocó su nombre en las boletas y triunfó. La gente impone criterios y se toma atribuciones que la ley le arrebata.

Esto demuestra el rezago del sistema político del país, al que le urge ponerse al día. Si hay austeridad la clase política debe ser la primera en llevarla a cabo y el despilfarro de los plurinominales sólo sirve ahora para garantizar una curul a los coordinadores parlamentarios de los partidos que van a la segura sin despeinarse para alcanzar a coordinar a quienes sólo levantan el dedo a una orden suya.

Hay muchos intereses en los partidos para sostener las plurinominales porque de esas argucias se basan algunos para sobrevivir artificialmente. Porque no tienen apoyo del electorado, no representan a nadie, pero se montan en un partido ganador y sobreviven y así se pasan años y elecciones viviendo del presupuesto, sin preocuparse de representar a nadie, pero cobrando del presupuesto para que sus legisladores y líderes vivan con lujos y poder.

México tiene las elecciones más caras del mundo y esto debe importar también a los partidos políticos, cuyos militantes acostumbran a no pagar sus cuotas porque saben que el dinero no proviene de sus bolsillos sino de los contribuyentes, pero al llegar a un puesto lo primero que hacen es llenar sus bolsillos aprovechando su poder e influencia.

La corrupción no se detuvo, continúa, porque no hay vigilancia en los órganos de gobierno donde entra y sale dinero, donde los negocios crean más cómplices que socios. Mientras no haya una verdadera instancia en esos rincones oscuros de la administración pública donde hay dinero y tráfico de influencias habrá corrupción. Ningún corrupto se levanta una mañana pensando que dejará de serlo, sino imaginando la cantidad de dinero que le ofrecerán por sus favores y relaciones públicas.

Ante esta situación, la reducción de 264 legisladores con altos salarios, con lujos, con gastos de oficina, con viajes, giras, etc.; reduciría también el tamaño de la corrupción, y la vigilancia puede ser mayor y más profunda en toda la administración pública.

Más allá de que el Congreso pueda ser un contrapeso para el Presidente o un puente para gobernar con todo el poder en la mano, la cantidad de legisladores representa un gasto que impide a la población seguir creyendo en los políticos y opta por no participar en la vida pública de México, considerando que si nada cambia es porque todo sigue igual, y eso no puede seguir así. 

PEGA Y CORRE. –  Otros tres periodistas fueron ultimados en México en lo que va de esta semana; en Sonoyta, municipio de Sonora, Benjamín Morales Hernández fue asesinado a balazos el lunes tras ser sacado a la fuerza de su casa por un grupo armado, según informó la organización internacional Reporteros Sin Fronteras.

El miércoles, el periodista Enrique García García fue asesinado en Metepec, Estado de México, su cadáver fue encontrado con heridas de bala en San Sebastián. 

Por si fuera poco, ayer jueves, Gustavo Sánchez Cabrera fue asesinadopor hombres armados; primero fue atropellado y luego fue ultimado, en Tehuantepec, Oaxaca. Tantos comunicadores asesinados obligan a pensar que el beneficiado con esas muertes y quienes previenen el delito o protegen a las víctimas son cómplices, amigos, o simplemente tienen en los periodistas a un enemigo común. Los periodistas no son estadísticas, tenemos familia y desaparecer representa una tragedia social que atenta contra toda la sociedad… 

Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

angelalvarop@hotmail.com

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