Jaime Ríos Otero
Otra vez la actitud apocada del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, al estar frente al mandatario de Estados Unidos, Joseph Robinette Biden Jr., vuelve a ser el centro de los comentarios en las redes sociales. Hizo lo mismo que en la entrevista anterior, hace unos meses, con una postura poco gallarda, incómoda, ausente.
Nada que ver con su actitud desafiante, burlona, de risa amplia, escarnecedora y dominante cuando está ante los micrófonos en las mañaneras, donde se siente apoyado por Lord Molécula y sus detestables seguidores.
Lo que yo vi fue la apariencia típica del alumno que no estudió, que está en la dirección de la escuela para que lo regañen y que sabe que algo debe. En mis tiempos se le llamaba “alumno burro”, pero ahora ya está prohibido.
Y sí, Andrés Manuel sabe que, ante el poderoso Joe Biden, no puede decir lo que quiera impunemente, emplear datos erróneos o deliberadamente alterados, como hace acá; sacar cosas de contexto y atacar como gandalla. Confronta a uno de los políticos más longevos y avezados de Norteamérica.
Es impresionante su pequeñez intelectual. Intentó atraer a Biden recomendándole acciones que, dijo, no le gustarían a “los conservadores” adversarios de su homólogo. Habló 31 minutos, contra los 9 minutos que lo hizo el americano.
Y nada logró. Los observadores dicen que más bien perdimos en esa visita.
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