Jaime Ríos Otero
Durante la mañanera de este martes, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseveró que el Consejo de Seguridad Nacional resolvió la semana pasada reiniciar las obras del Tramo 5 del Tren Maya, al considerar que la construcción de este proyecto es un asunto de seguridad nacional.
También descartó que su gobierno sea señalado de desacato judicial por tal reanudación, dado que los trabajos estaban paralizados por orden de un juez federal.
En su lenguaje descalificatorio, falaz y generalizante, como de costumbre, pretende justificar lo lo injustificable:
“Ya se decidió que es un asunto de seguridad nacional y que no por los intereses de un grupo de corruptos y de seudoambientalistas vamos a detener una obra que es en beneficio del pueblo y que, además, ya el tiempo que llevaba parada estaba significando un alto costo al presupuesto, que es dinero del pueblo, nada más por intereses políticos de estos conservadores corruptos”.
El asunto es grave en extremo. En primer lugar porque el Tren Maya fue concebido para ser un atractivo turístico, no se dijo que tuviera importancia para la seguridad del país. Lo que Andrés Manuel hace es colocar ese proyecto en un sitio que no le corresponde, aprovechando su dominio absoluto del dichoso Consejo, que claramente es empleado de manera facciosa, sin justificación racional y contra la legalidad.
En segundo lugar, porque patea la institución del amparo, uno de los escasos reductos de defensa que hay en el país precisamente para controvertir los abusos de autoridades.
Estamos, sí, en ambiente de dictadura.