Quizá sea complejo para algunas personas establecer diferencias entre lo criticable y lo defendible en los casos recientes que involucran a los dos primeros fiscales “autónomos”, Luis Ángel Bravo y Jorge Winckler, ambos con incursiones en la cárcel.
Winckler fue depuesto de su cargo de fiscal mediante un procedimiento pragmático pero desaseado e ilegal, que aún se dirime en tribunales. Ahora, sus correligionarios de partido están denunciando irregularidades, luego de su detención, por parte de las autoridades ministerial y judicial.
Justamente cuando el hoy imputado fue fiscal general, se desbordó en cometer tropelías, irregularidades, anomalías y hasta burlas contra los personajes relevantes a los que llevó a proceso.
Sin fundar en el karma, como dice Flavino, lo que ahora le toca sufrir, sencillamente es víctima de lo que ayudó a construir para la sociedad: un sistema de justicia a modo, corrupto, tramposo y sin ética.
Exactamente lo mismo que ahora está edificando la actual fiscal, Verónica Hernández, que procede a modo para complacer a los jefes políticos del estado.