Minuto
Mar de León
Un músico de la OSX que prefiere permanecer anónimo me platica que se levanta todas las mañanas, a las 8:30 para ser exactos, y no tiene que poner alarma ya que al asomarse por la ventana de su cuarto que da al oriente hay unos albañiles martillando un fierro como si sus problemas desaparecieran con ese golpeteo constante, innecesario y muy molesto.
Una señora sale a barrer la calle con el mismo rigor que el albañil. Cepilla la banqueta y si pasa alguien no le importa o no se da cuenta (o hace como que no se da cuenta) de que puede salpicar a la persona.
En otro terreno a unas casas junto de donde vive el artista, otra horda de señores de esos que cuando pasa una jovencita la incomodan, trabajan en una construcción manipulando grava con una pala, lo cual genera un ruido que lastima tanto al sensible oído del músico como a la espalda de quien lo ejecuta, por la mala postura que adoptan al hacerlo.
Entonces, el contrabajista sale a dar un paseo y ve que hay bastante tráfico y suenan cláxones sin parar. Decide ponerse audífonos, pero el taladro de otra horda de señores parecidos a los antes mencionados perfora la calle y le da un desagradable hormigueo en las manos que se traspasa a sus brazos y a su torso. Para la sensibilidad de un músico de orquesta, esas ondas sonoras pueden generar efectos que rayan en la locura. Para él y tal vez también para cualquiera que ponga algo de atención a lo que está pasando a su alrededor.
Tiene que haber una manera más respetuosa para que los trabajadores construyan una casa, porque dan lástima al demostrar que lo único que saben hacer para sobrevivir, es ruido. Y también lo hacen los jardineros al cortar el pasto (y el afilador, y el que vende plátanos, y el que compra fierro viejo, el camión del gas y los que entregan garrafones de agua. Los perros en las cocheras y las motocicletas…). Y peor, lo aprendieron a hacer mal. Saben que su ruido lleno de sonido y furia molesta a más de un vecino, pero aun así no dejan de reproducirlo, pues no conocen una forma más benéfica de realizar su labor, lamentablemente.