martes, abril 16, 2024

La Selección mexicana habla de nosotros

Una visión diferente del futbol a través de la cultura.

Columna: Qatarsis

Por Pedro Alejandro Vera

Cada mundial el pueblo mexicano se mira en el espejo que resulta ser la selección mexicana, muchas veces el reflejo que nos devuelve es todo aquello que no vemos en nosotros mismos o aquello que no queremos ver.

El ejercicio que leerán a continuación es una conclusión totalmente personal que resulta después de ser testigo de 7 presentaciones mundialistas de la selección pero sobre todo de una aguda observación a mi entorno y sobre todo hacia mi mismo.

Antes del mundial 

Son años inciertos, 40 días en el desierto, todo a veces se percibe el Oasis, la esperanza se siente fuerte en el pecho, en la voz y a veces es sequía, días de pesimismo donde solo se busca el culpable para ser ajusticiado cual si fuera el viejo oeste, todos tienen la culpa pero nadie hace nada. 

Cuando inicia el mundial

Afortunadamente, México pertenece a la CONCACAF y su boleto a la justa mundialista está casi regalado (a menos que haya una tragedia como la que casi sucede en 2014), entonces el aficionado sale de la madriguera, se desempolva la camiseta y empieza el entrenamiento de los pulmones. En el ambiente hay una mezcla entre pesimismo ante la realidad que no rodea pero con una inocente esperanza que nos deja pensar: quizá esta vez sea la buena.

Cuando gana

México es campeón del mundo, por lo menos en la imaginación de los fanáticos. Que bellos son los días en los que el sol nos enfunda así, nos cuida con su calor, nos consiente. Nos desaforamos y enfrentamos el futuro con más brío, esta alegría da luz a la presunción el ego sublimado del indio que desea convertirse en el dueño de su destino, esta actitud ha granjeado las molestias de todos los demás países latinoamericanos que solo puede decir “aquí están los mexicanos creyéndose mejores que todos”.

Cuando empata

Dios nos ha abandonado a nuestra suerte y nuestra suerte nunca ha sido buena. El ver empatar a la selección pone nuestra vida en la lupa, en el microscopio de la autoinspección ¿por qué somos así? ¿Acaso no merecemos la felicidad? No hay mejor psicoanálisis para un mexicano que ver empatar a la selección.

Cuando pierde

Hernán Cortés vuelve a caminar entre nosotros, con la viruela a sus espaldas y los nuevos tlaxcaltecas son aquellos once jugadores que han clavado el puñal de obsidiana más afilado en nuestra espalda ¿Cómo es que se han atrevido a llamarse mexicanos? Si a la primera de cambio han trocado su bandera por la humillación. La derrota nos habla hacia nuestro conquistado interior y recuerda para nosotros que probablemente nunca hemos conocido la libertad.

Después del mundial

Se nos borra la memoria, cual si supermán hubiera echado hacia atrás la orbita terrestre para que nada de lo qué pasó lo podamos recordar. Los días nos harán olvidar la experiencia del mundial y nos adentraremos nuevamente en el desierto donde las arenas nublarán los visto y no nos dejará ver hacia donde vamos, haciendo que a cada paso la federación y el fútbol mexicano de la gracias, aunque sea por sobrevivir.

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