Sin ánimo de hacerle al agorero de banqueta tenemos la impresión de que en este reluciente 2023 ocurrirán acontecimientos definitorios para el futuro inmediato del país, que será pleno de sucesos importantes, empezando por la reunión de los mandatarios de Estados Unidos, Canadá y México la próxima semana y los acuerdos que la concluyan. Sin duda, la elección de este día que decidirá quién presidirá la Suprema Corte de la Nación y el Consejo de la Judicatura, marcará los designios de ese Poder del gobierno mexicano e incidirá subrayadamente en las relaciones con los otros poderes, sabremos también si guardará la autonomía deseable en un régimen de pesos y contrapesos del poder. En este punto, cabe también el futuro de las reformas que en materia electoral dispuso el presidente de la república a través de la obsecuente mayoría parlamentaria de MoReNa y sus rémoras del PT y del Verde Ecologista. No tarda en conocerse cuál será la orientación del gobierno mexicano frente a la controversia de los gobiernos de Canadá y los Estados Unidos en materia económica por supuestas violaciones de nuestro país al TMEC. En realidad, se avista una vorágine de acontecimientos políticos y económicos, adobados por la interactuante actividad sucesoria en el estado de México y Coahuila, cuyos resultados, se estima, marcarán el destino de la elección federal de 2024 porque la entidad mexiquense configura el padrón electoral más numeroso del país. Y, “si la política exterior más efectiva es la interior”, sin duda, nuestra relación con el gobierno del país más poderoso del planeta influirá en la política interior; el canto de las guacamayas aún no se apaga, y lleva de acompañamiento la posibilidad de una nueva versión que cimbre a México. En ese baúl repleto de posibles sorpresas cabe también la demanda de priistas inconformes con el albazo de su dirigente nacional para prolongar su dirigencia hasta 2024, una chicanada que no por burda puede darle resultados, con el consiguiente daño a esa de por sí ya maltrecha organización política que fue señera en la segunda mitad del siglo XX mexicano. Es largo el entramado sobre el cual discurrirá 2023 en nuestro país, por un lado se atisba el endurecimiento de la actitud gubernamental frente a sus opositores, a quienes el transcurrir de los acontecimientos aportará argumentos para la crítica, no es cosa menor inaugurar obras inacabadas, el AIFA y Dos Bocas se confabulan en efecto boomerang contra su hacedor vistos los magros resultados, queda aún el Tren Suburbano México-Toluca, de inauguración anunciada para el año en curso en carrera parejera con la inauguración del Tren Maya ¿sufrirán análogo síndrome a Dos Bocas y el AIFA? Pero al gobierno ha subido la vara de su medición al ofrecer el Secretario de Salud, Jorge Alcocer, para 2023 un México adornado con servicios de salud aún mejores que Dinamarca y Países Bajos, aunque de entrada la partida presupuestal asignada a ese Sector no lo garantiza. ¡Vamos bien y viene lo mejor! mentía el clásico, y así nos fue, cuánta razón asistía a quien exclamó: “la burra no era arisca”. No, 2023 no pinta bien, suelen decir los pesimistas. ¿Qué es un pesimista? “un optimista bien enterado”, suelen decir en el llano.