sábado, abril 27, 2024

Buscando el amor, Madame Bovary se encontró con la fatalidad (IV)

“La orgía perpetua”: la relación entre Mario Vargas Llosa y Emma Bovary.”                                                        

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

     “Un libro se convierte en parte de la vida de una persona por una suma de razones que tienen que ver simultáneamente con el libro y la persona. Me gustaría averiguar cuáles son en mi caso algunas de estas razones: por qué Madame Bovary removió estratos tan hondos de mi ser, qué me dio que otras historias no pudieron darme.” Este párrafo se encuentra en las primeras páginas del ensayo: “La orgía perpetua” escrito por Mario Vargas Llosa y publicado en el año 1975. Vargas Llosa desde muy joven ha declarado y sigue sosteniendo que Gustave Flaubert ha sido el escritor que más lo ha influido, e incluso, afirma que se convirtió en el escritor que es gracias a la lectura de Madame Bovary. Narra el escritor peruano que llegó a vivir a París en 1959, y lo primero que hizo fue comprar en una librería del barrio latino un ejemplar de la novela; esa misma tarde la empezó a leer, arribó la noche y seguía, la aurora le anunció un nuevo día y decidió descansar un poco, a las pocas horas despertó y regresó para leer la tercera parte y el final de la historia, entonces supo: “…que ya sabía qué escritor me hubiera gustado ser y que desde entonces y hasta la muerte viviría enamorado de Emma Bovary. Desde entonces, he leído la novela una media docena de veces de principio a fin y he releído capítulos y episodios sueltos en muchas ocasiones. Nunca tuve una desilusión.”

     Este clásico ensayo en lengua castellana sobre Madame Bovary, al igual que la novela está integrado en tres partes: en la primera el autor relata su relación con el personaje, en la segunda parte analiza detalladamente la novela y, en la tercera explica la influencia que tuvo Madame Bovary en los grandes novelistas como Marcel Proust, James Joyce, entre otros geniales escritores. En cuanto a su relación directa con la bella Emma Bovary, lo primero que hace Vargas Llosa es presentárnosla en cuatro facetas que la rodean: “la rebeldía, la violencia, el melodrama y el sexo.” Tal como el género del ensayo exige, el ensayista diserta su saber, su verdad, su experiencia, su interpretación. Cuando el autor aborda el tema de la violencia, explica los hechos violentos en la novela, asimismo, nos muestra cómo una historia de ficción puede servirnos de modelo en distintos aspectos de nuestras vidas ya sea el emocional-moral-ético-etc. Al terminar de analizar el trágico suicidio de Emma producido por el consumo de arsénico, el autor nos cuenta: “Además, tengo por este episodio un agradecimiento particular; se trata de un secreto entre Emma y yo. Hace algunos años, durante unas semanas, tuve la sensación de una incompatibilidad definitiva con el mundo, una desesperación tenaz, un disgusto profundo de la vida. En algún momento me cruzó por la cabeza la idea del suicidio; otra noche recuerdo haber rondado (fatídica influencia de Beau geste), en las cercanías de la Place Denfert-Rochereau, las oficinas de la legión, con la idea de infligirme, a través de la más odiosas de las instituciones, una fuga y una punición románticas: cambiar de nombre, de vida, desaparecer en un oficio rudo y vil. Es impagable la ayuda que me prestó, en ese periodo difícil, la historia de Emma, o, mejor dicho, la muerte de Emma. Recuerdo haber leído en esos días, con angustiosa avidez, el episodio de su suicidio, haber acudido a esa lectura como otros, en circunstancias parecidas, recurren al cura, la borrachera o la morfina, y haber extraído cada vez, de esas páginas desgarradoras, consuelo y equilibrio, repugnancia del caos, gusto por la vida. El sufrimiento ficticio neutralizaba el que yo vivía.”

     Recuerdo que en el 2013 leí: “El viejo y el mar” de Hemingway. Al momento de terminar la lectura la imagen del viejo Santiago no se iba de mi mente. La firme actitud ante su pobreza me sacudía. Su dignidad ante la miseria me conmovía. Su esperanza ante la vida me animaba. En esos años vivía momentos complicados; no tenía empleo, una deuda económica me apremiaba, padecía un mal de amor que me atormentaba. El panorama era oscuro. Sin embargo, esa tarde-noche que concluí la lectura, el viejo Santiago me dio una fuerte sacudida y me enfrenté con valor, con arrojo, a todas las vicisitudes que me agobiaban. No todo se resolvió, el empleo y el dinero siguió faltando, la mujer amada nunca retornó, más, mi alma cambió y con el paso de los años todo se resolvió. En estos pequeños ejemplos vividos por Vargas Llosa y el escribidor del presente artículo, queda respondida la pregunta formulada por Vargas Llosa al iniciar el ensayo en comento: “por qué Madame Bovary removió estratos tan hondos de mi ser, qué me dio que otras historias no pudieron darme.” Tanto Emma Bovary como el viejo Santiago nos enseñaron el valor de la vida, nos contaminaron de vida, de amor por la vida, de carácter ante la adversidad.

     Si la violencia, (aunque no la deseemos), es una condición infaltable en nuestras vidas, el sexo es un elemento fundamental. Quizá, el placer sexual sea uno de los anhelos más codiciados por el hombre. El maestro Vargas Llosa manifiesta que el tratamiento erótico en la literatura no es un tema fácil: “El tratamiento de lo sexual en la narrativa es uno de los más delicados, tal vez el más arduo junto con lo político. Como en ambos asuntos existe para el autor y para el lector una carga fuerte de prevenciones y convicciones, es dificilísimo fingir la naturalidad, inventar esas materias, darles autonomía: invenciblemente se tiende a tomar partido por o contra algo, a demostrar en vez de mostrar. Así como, según ciertos teólogos, por la bragueta se suelen ir más hombres al infierno, gran número de novelas se precipitan a la irrealidad por el mismo sitio.” El asunto es que, para que una novela sea completa, no puede ni debe evitar temas tan trascendentes como lo es el sexo, no como símbolo del amor, si como parte integrante y pilar de él. Además, hay lectores como Vargas Llosa que en palabras textuales expresan: “Necesito saber si al héroe lo excita la heroína (y a la inversa) y es indispensable que sus mutuas excitaciones me contagien para que esos héroes me resulten verosímiles.” (El subrayado es mío.)

     En el caso de Madame Bovary; el sexo, el erotismo, está abordado perfectamente. Lo perfecto consiste en que, por las restricciones de la época y, posiblemente, por preferencia de Flaubert, la veces que Emma Bovary hace el amor en ningún momento hay una descripción del cuerpo, los besos y las pasiones. Cuando lo hace con Léon por primera vez, por cierto, Léon es su segundo amante, todos los lectores saben que mientras el vehículo rentado recorre las calles de Rouen, y el autor delinea el recorrido calle por calle con sus respectivos nombres, en el mismo instante que leemos y conocemos la marcha, en ese instante los personajes se están amando, se están entregando intensamente. Por eso a esta escena si queremos encontrarle una imagen erótica, sería esta: la gente sólo observaba un carro que circulaba y circulaba: “Bamboleándose como un navío.”

     Al otro día cuando Emma regresó a Yonville y dormía al lado de su esposo, su mente viajaba y recordaba cada momento disfrutado con Léon, en este instante el personaje me contagia y provoca que su excitación sea la mía. Logró que rememorara aquella vieja pasión que me atormentaba en el 2013, pasión que en su momento fue una historia de amor intenso, vehemente, reciproco, vivido con “Mujer Bonita”. Mientras Emma pensaba en Léon, el escribidor recordaba que en una ocasión venía con “Mujer Bonita” en carretera y ella con su hermosa sonrisa, con sus ojos color miel que penetraban el alma, le preguntó si podía conducir y al mismo tiempo “sentir”. –El escribidor respondió que sí, sin ninguna duda.

     Mientras las velocidades del auto subían y bajaban, el escribidor disfrutaba y al mismo tiempo almacenaba esas sensaciones e imágenes únicas, irrepetibles, a veces inenarrables. El tiempo pasa y todo cambia. Emma Bovary y el escribidor aprendieron, no sin pocas desilusiones, caídas y fracasos, que; hasta el amor más puro y pasional se acaba. Emma y el escribidor comprendieron que; aunque sueñen con fantasías amorosas perpetuas, estas por pura naturaleza humana son perecederas. Entendieron que; hasta hoy lo único perpetuo en la historia del hombre es el amor y mientras el hombre viva: el arte. Verbigracia, la eternidad de “La orgía perpetua” vargaslloseana inspirada en la obra “Madame Bovary” flaubertiana.

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