Prospectiva
Jaime Ríos Otero
* Esperanza en Ahued
* Perote, Carrillo y Altotonga pintan bien
* Doña Ofe y Viri, “garbanzas” de a libra
* Jóvenes promisorios
Con el nuevo año, dan inicio también los noveles regímenes que gobernarán por 4 años los municipios de Veracruz. En algunos casos, el cambio es afortunado. En otros, es lamentable que se vayan los que estaban porque hicieron una gran labor. Y en alguno, seguramente habrá continuidad para beneplácito de los gobernados.
Xalapa y Córdoba son el paradigma de mala administración municipal. El alcalde Pedro Hipólito Rodríguez Herrero desaprovechó la gran oportunidad que le regaló la vida, de trascender positivamente. Simplemente fue una nulidad que detuvo el progreso municipal, desperdició el tiempo y dejó a la capital peor que como la encontró. Con actitudes arrogantes y desidia, no atendió los problemas públicos, permitió crecer la inseguridad, dejó las calles y avenidas destrozadas y obstaculizó todo lo que pudo la libre iniciativa empresarial. Acaba en medio de la mofa y el escarnio públicos.
Lo releva Ricardo Ahued Bardahuil, el exitoso empresario muy acreditado en la vida pública. Accesible, coherente, comprometido con la ciudad y conocedor de sus problemas. Las esperanzas están en él.
La contraparte femenina de Pedro Hipólito fue la cordobesa Leticia López Landero, una descarada mujer que, además del atraso en que sumió a la aristocrática ciudad, coronó su obra dejándole a su sucesor un desorden absoluto en lo administrativo, sin inventarios, claves de acceso a los equipos y sospecha de actos de corrupción y enriquecimiento ilícito. Le estaba enviando bendiciones y buena suerte a la nueva comuna. Pareciera ser candidata a la acción penal.
En la vecina Orizaba, en cambio, hay certidumbre. Regresa a reinar Juan Manuel Diez Francos, el empresario que encabezó la transformación de Pluviosilla. Esta vez releva a Fidel Igor Rojí, uno de sus discípulos y quien concluye su administración sobrado de buenas obras y excelentes acciones, a tal punto que fue reconocido como el Mejor Alcalde de México. Aparte de mantener lo logrado, que es ubicar a Orizaba en el primer mundo, es de una gran expectativa ver qué nuevas cosas creará el señor Diez.
Después de Orizaba, el segundo más importante ayuntamiento priista en Veracruz es el de Perote. Éste será gobernado por Delfino Ortega Martínez, un personaje probado en la vida pública, pero sobre todo un reconocido luchador social. Dirigente en el Sindicato Nacional de la Reforma Agraria y en la Federación Regional de los Trabajadores CTM, Ortega es un hombre reposado, con edad suficiente para ofrecer seriedad y compromiso a los peroteños. El oriundo de San José de los Molinos ya fue regidor en dos ocasiones, es respetado por sus gobernados y seguramente tendrá una gestión progresista y de certidumbre.
Un caso excepcional de triunfo inesperado es el de Onán Hernández López, un hombre trabajador y exitoso en la actividad de tablajero, que derrotó electoralmente a una ignominiosa estirpe de caciques que ha sumido en la pobreza a Carlos A. Carrillo, un municipio riquísimo, sede del gigante azucarero San Cristóbal, y donde, en sus manos de gente de bien, Onán catapultará a los carrillenses hacia el anhelado progreso.
Uno más, tricolor, es el de Altotonga, Juan Ignacio V. Morales Guevara, que se está encontrando el botadero que deja su antecesor, los escombros, dice él, pero que ha emitido el inspirador mensaje de regresarle la dignidad, valores y prosperidad a Altotonga. Empezó tapando baches (pero ¡baches!, tipo socavón) y dotando uniformes a los trabajadores de la limpia A esta generación de jóvenes que han conquistado a sus paisanos pertenecen también Ponciano Vázquez Parissi, el de Cosoleacaque, y Néstor Sosa Peña, un treintañero que derrotó, solo, a Morena en Chontla.
Sus gobernados extrañarán la labor de hormiguita de Viridiana Bretón Feito, en Ixhuatlán del Café, un municipio con presupuesto limitado, pero donde la primera alcalde mujer logró hacer 202 obras e invertir 150 millones de pesos. Lo mismo ocurrirá en Tlapacoyan, donde doña Ofelia Jarillo de Arámburo exhibió la casta de guerrera que le reconocen sus paisanos, y todos los días publicaba una nueva obra que transformaba a ese heroico municipio. Ambas concluyeron gestión. Ojalá repitan.